—Dice en Cubadebate la directora de Saneamiento y Electromecánica de la empresa Aguas de La Habana que la infraestructura del alcantarillado de La Habana «comienza a ser envejecida».
—Solo le faltó afirmar que ya empieza a arrastrarse aguas abajo el resultado de la desaparición de la URSS y del campo socialista.
—Si nos atenemos a que la capital se cae a pedazos, la que está muy pronta a desaparecer es la «ciudad socialista». ¿Cómo va a hablar de un alcantarillado que «comienza a envejecer», si el nuestro fue construido a principios del siglo XX, cuando aún no había triunfado la Revolución de Octubre ni había surgido toda la basura que se acumuló después? Esa mujer justifica la hediondad de nuestras calles aduciendo que aquella red de hace más de cien años «fue concebida en ese momento para 600 000 habitantes, número que ha ido creciendo hasta cerca de 2 000 000 de personas que hoy residen en la capital». «Incremento desmedido», dice.
—La desvergüenza es la que se incrementa desmedidamente. Cualquier capital latinoamericana ha crecido desde entonces mucho más que la nuestra. No imagino una empresa Aguas de Buenos Aires explicando la situación de los residuos albañales de San Telmo.
—A ellos les falta lo que nos sobra a nosotros: funcionarios capaces… de sacar de donde no hay para achacar la putrefacción a los que emigran del campo a la ciudad, quienes encuentran en las calles más tierra que la que dejaron en su finca. Pero «De manera organizada, a partir de las prioridades en los territorios, se va trabajando», comentó esa mujer a propósito del «sinnúmero de incidencias» que se generan.
—Los 1755 kilómetros del Alcantarillado de La Habana, que incluye también el drenaje pluvial, fueron construidos entre 1908 y 1913, es decir, a 351 kilómetros por año. Para superar esa cifra hubieran bastado, en los últimos sesenta y seis años, 27 kilómetros anuales, un 93 % menos.
—La compañera acepta que las obstrucciones pueden estar dadas por insuficiencias en las inversiones o en el mantenimiento. «No le podemos llegar a todos los lugares que quisiéramos».
—Si por ella fuera…
—La pobrecita no es la principal responsable. Son otros los que, mientras se sientan en el inodoro, deciden cuáles son o no las inversiones insuficientes. Terminan limpiándose con ellas. Como por esas alcantarillas viajan los detritus de la ciudad, para ellos más lógico que poner dinero al asunto es disminuir el consumo alimenticio, para que la gente defeque menos.
—Y se logra, no hay quien lo discuta. Nuestras aguas albañales parecen sucias, pero son, químicamente hablando, las más puras del mundo.
—Los directivos de Saneamiento no comparten ese criterio. Alegan: «Otra problemática consiste en el vertimiento de objetos indebidos de toda índole, como neumáticos, refrigeradores y cigüeñales de automóviles».
—Me conmueve pensar en la cantidad de divisas que debe gastarse el país en poner a todos sus especialistas, al grueso de sus laboratorios, más cientos de científicos extranjeros contratados en averiguar cómo demonios puede meterse un refrigerador en una alcantarilla.
—Deben ser unos cuantos Haier. Entre los apagones y la desaparición de la canasta básica, ya se hacen innecesarios en las casas.
—Así será con los neumáticos si no hay transporte.
—«Es responsabilidad compartida, no solo de la empresa, sino también de la población». «Hablo de las indisciplinas sociales que influyen en las reiteradas obstrucciones en los sistemas de alcantarillados. Me refiero a las toallitas húmedas que no se degradan, se acumulan en el sistema de alcantarillado y llega un momento que hacen una bola, que lo obstruye».
—Lo habrá dicho enjugándose una lágrima… con una toallita húmeda.
—Casi seguro. Si le dan unos minutos más, habla de la cantidad de dinero que eroga la economía para importarlas, pudiendo fabricarlas aquí, a partir del bagazo de la caña y del crudo cubano, pues sus principales componentes son la celulosa, el algodón, el poliéster, el polipropileno y la viscosa.
—Lo de ponerse viscoso que se lo deje al presidente cuando menciona la resistencia creativa.
—En materia de alcantarillado debe haber mucha. La directora de Saneamiento, de forma sana, aduce que el alcantarillado de La Habana cubre el 69 % del total de habitantes, que «El resto de la ciudad lo que tiene son pequeños sistemas. Muchos no cuentan con las especificaciones técnicas requeridas. Algunos son hechos hasta por la propia población».
—¿No será que lo que obstruye y se hace una bola en las alcantarillas es la toalla que le tira a Comunales?
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