arroz carretera

A falta de secaderos los campesinos deben secar el arroz en la carretera. Foto: Cortesía de un entrevistado.

¿Cómo beneficiará a los cubanos el tope de precio a la libra de arroz nacional?

14 / marzo / 2025

Que no haya ni arroz en la mesa del cubano es otra muestra de la crisis económica —y productiva— que se acrecienta en la isla. En períodos de escasez, este cereal había sido el único plato para muchas familias.

La magnitud de la crisis es tal que ni siquiera se encuentra arroz en el bufé de un hotel 5 estrellas en Varadero.

Cuando los productos de la bodega han escaseado o desaparecido, el arroz siempre había estado disponible en mayor o menor cantidad de libras. La crisis en la producción —e importación— del arroz ha alcanzado niveles nunca vistos. El precio de la libra ha superado los 300 CUP (pesos cubanos) en el mercado minorista informal y se comercializa a 290 CUP en las ventas mayoristas.

La producción de arroz requiere dólares

Según datos de 2019 del Ministerio de Finanzas y Precios (MFP), producir arroz en Cuba cuesta aproximadamente 414.55 USD por tonelada, lo que equivale a 0.414 USD (alrededor de 50 CUP al cambio oficial y 143 CUP al cambio informal del 11 de marzo de 2023) por kilogramo.

El cálculo del MFP considera factores como el rendimiento promedio de tres toneladas por hectárea y la calidad del arroz producido en el país, que suele ser inferior al importado debido a la mayor humedad y a la presencia de granos partidos. Sin embargo, no toma en cuenta la inflación, devaluación y venta de insumos en dólares tras la Tarea Ordenamiento de 2021.

Orlando Linares, presidente del Grupo Agrícola del Ministerio de la Agricultura (Minag), indicó a Granma que en 2024 ni siquiera se alcanzaron las 2 toneladas por hectárea. «El cultivo del arroz es muy técnico. Requiere un paquete tecnológico que el país hoy no dispone. Todo fue prácticamente sin insumos».

A los problemas con la importación de fertilizantes y herbicidas, se suma la escasez de combustible para garantizar la fumigación con avionetas agrícolas y el funcionamiento de la maquinaria para las cosechas y la preparación de tierras.

En varias ocasiones, usuarios y economistas han criticado el uso de combustible en actividades no prioritarias —como los siete carros que trasladaron a la presidencia por Oriente— y han insistido en la importancia de priorizar las asignaciones para la producción agrícola.

Tampoco se tienen en cuenta los secaderos o silos para el almacenamiento del grano. En varias localidades productoras de arroz es posible ver el grano secándose al sol en medio de la calle.

«Hay que secar en la carretera, sobre el asfalto, con nuestros propios medios y estar atentos a los ladrones, a que la lluvia no afecte el secado e, incluso, al tránsito de vehículos; aunque siempre lo hagamos en zonas poco transitadas», explicó a elTOQUE un campesino de Vertientes.

Las cifras oficiales reportan que, mientras el consumo anual ronda las 700 000 toneladas, la cosecha de 2024 alcanzó apenas 80 000 toneladas; es decir, solo el 11 % del consumo interno.

Datos del Observatorio de Monedas y Finanzas de Cuba (OMFi) señalan que la caída es aún más alarmante si se consideran las reducciones acumuladas en el último quinquenio: el 85 % para el arroz y el 63 % para los frijoles.

La disminución se debe a múltiples factores, entre ellos la falta de insumos, la obsolescencia del paquete tecnológico en el campo y la escasez de recursos energéticos.

Arroz asiático vs. arroz popular

El Gobierno cubano ha apostado por países asiáticos para recuperar la producción arrocera. En enero de 2025 se supo que una empresa vietnamita había recibido tierras en Pinar del Río para trabajarlas por tres años.

Dos meses después, en marzo de 2025, la prensa vietnamita reportó que la siembra experimental en 16 hectáreas (ha) ya tenía un rendimiento promedio de 7.2 toneladas por ha.

«Se espera que 1 100 hectáreas de arroz cultivadas por la propia empresa produzcan más de 10 toneladas de grano/ha en la cosecha de mayo, superior a la cifra de 3 toneladas registrada en la mayoría de los campos cubanos que aún no cuentan con las variedades y técnicas vietnamitas», indicó el reporte.

También mencionó que la inversión vietnamita se expandirá a otras 400 ha y luego a otras áreas de la provincia Pinar del Río.

En días recientes, la cancillería cubana informó que también se está evaluando «la idoneidad de semillas de arroz camboyano de ciclo corto para impulsar la producción del cereal a gran escala en la isla».

El Ministerio de Comercio Exterior y la FAO impulsan un proyecto de inversión extranjera que busca aumentar la producción en 276 000 toneladas y ampliar la superficie de cultivo, lo que permitiría satisfacer el 86 % de la demanda nacional y sustituir importaciones por un valor de 175 millones de dólares. Sin embargo, hasta el momento el asunto solo ha quedado en planes.

Otra de las alternativas —quizá la que ha dado mayores resultados concretos— es el desarrollo del «arroz popular». En 2024, más de 20 000 productores adoptaron esa alternativa y sembraron a orillas de ríos, cañadas o en cualquier hueco donde se acumulara agua.

Esa forma de cultivo tradicional es un método agrícola en el cual se inundan los campos destinados al cultivo del arroz antes de proceder a la siembra o trasplante. Sin embargo, requiere agua constante en los arrozales durante gran parte del ciclo agrícola.

De acuerdo con las autoridades, «en esta experiencia, con la que se reduce considerablemente la demanda de insumos, combustible y maquinaria, podría estar una de las opciones más inmediatas para incrementar la producción [de arroz] y, por consiguiente, la presencia en las tarimas de los mercados».

Sin embargo, resulta más fácil en la teoría que en la práctica. En el municipio Amancio, al sur de Las Tunas, los campesinos están dispuestos a alcanzar las 3 000 hectáreas para la producción de arroz, pero limpiar las tierras de la maleza requiere maquinaria y combustible.

A pesar de las carencias, han logrado sustituir los fertilizantes por productos biológicos, y la permanencia de la fuerza laboral se garantiza con desayuno, almuerzo, salario y entre 15 y 20 sacos de arroz por cosecha para cada trabajador.

No obstante, las limitaciones en recursos hídricos y combustibles han afectado la capacidad de implementar estos sistemas a gran escala. «No hay combinadas para cortar el arroz y los rendimientos han sido bajos por problemas de agua, electricidad, fertilizantes, secaderos y combustible. Además, entregas la cosecha y no te pagan en ese momento; a veces demoran meses», comenta el campesino de Vertientes.

Según explicó, ha tenido que entregar algunas tierras porque uno de los hijos que le ayudaba se fue del país y no le podía pagar a tiempo a algunos de los trabajadores que tenía contratados.

«Hay que alquilar transporte, comprar recursos a sobreprecio en el mercado informal y escuchar la arenga de dirigentes que te instan a hacer más. ¿Cuánto más podemos hacer si no tenemos con qué hacer?», dijo.

Las empresas agroindustriales estatales también han visto disminuir sus rendimientos debido a la inestabilidad de los regadíos y de la maquinaria, ya sea por problemas de electricidad, falta de mantenimiento o de diésel.

«Todas las máquinas que tenemos tienen problemas de correa y estera y funcionan gracias a las innovaciones de los trabajadores. No es lo óptimo, pero nos resuelve un poco el problema del corte en la cosecha del arroz», dijo en la televisión tunera Dariel Alarcón Baldaquín, director de la UEB Empresa de Granos de Amancio.

Un ingeniero agrónomo de Camagüey comentó a elTOQUE que si el corte de las máquinas no es óptimo, también se pierde parte de la cosecha. «La maquinaria que funciona a medias, con remiendos, resuelve un problema, pero afecta la calidad del grano y la cantidad porque corta de manera deficiente. Entonces, la cosecha se desaprovecha y a ello se suma que ya los rendimientos por hectárea son menos de la mitad de lo que se podría esperar en condiciones óptimas», explicó.

Según sus cálculos, con el desarrollo de semillas de ciclo corto podría disminuirse el gasto en la importación de arroz de la canasta básica —que hoy es el 100 %—, pero no bastaría.

«Sin inversión en la agricultura no se pueden aumentar las producciones. Los campesinos hacen lo que pueden, pero al comprar en dólares o a altos precios, casi no tienen ganancias. De hecho, si no fuera por los altos precios del arroz, podría decirse que algunos tienen pérdidas».

Topar no aumentará la producción

La custodia policial de un cargamento de arroz por las calles de Santiago de Cuba podría parecer un meme, pero no lo es.

La escasez del producto es tal que, en los últimos meses, las administraciones de varias provincias han impuesto un tope al precio para la libra de arroz entre los 150 y los 170 CUP. Esa ha sido la medida que han encontrado para «hacer frente a los precios abusivos y el malestar de la población».

A inicios de marzo de 2025, la Gaceta de la República publicó un acuerdo del Consejo de Ministros que fija el precio en el mercado formal en 155 CUP.

Según informaron las autoridades, para determinar la cifra se calculó una utilidad del 30 % sobre costos y gastos, «en reconocimiento de la Política de Precios Agropecuarios aprobada, y se partió de un estudio de la ficha de costo real, cuyos cálculos consideran la tasa de cambio del mercado informal para los insumos».

Aunque el reporte de prensa asegura que «hubo un impacto positivo» en el tope de precios de seis productos, tanto los economistas como la población en general consideran que esas medidas no son suficientes para contener los precios.

«Por más que se apliquen estas medidas y fallen, no entiendo por qué se repiten. Ya se hizo con seis productos que están desaparecidos de mercados y bodegones, pero se siguen comercializando “por la izquierda” a precios que no fueron topados», señaló un lector de elTOQUE.

Aunque en ambos casos —los seis productos topados en julio y el arroz y frijol ahora— las autoridades aseguran que han calculado el precio con un 30 % de utilidad sobre los «costos reales» de gastos, la «desaparición» del producto parece indicar que los campesinos siguen insatisfechos con el precio.

No obstante, algunos aseguran que el precio del acopio no está mal (239 000 CUP por tonelada), pero no se tienen en cuenta otros factores relacionados con la producción como el pago a los trabajadores.

Cuando se estableció el precio tope del arroz en Camagüey en 155 CUP la libra, los puntos de venta amanecieron cerrados. La escasez fue tal que las autoridades se vieron obligadas a «rotar» la venta del arroz para que llegara a diferentes zonas, y limitaron a cinco la cantidad de libras que podía adquirir cada persona.

Mientras tanto, en los grupos de compraventa en redes sociales se comercializa arroz importado de Guyana, Brasil, Vietnam y Estados Unidos a 290 o 350 CUP la libra. En esos grupos se observa que el arroz criollo se vende por sacos a 240 CUP por libra. En las tiendas online en dólares ya no hay arroz.

«La espiral inflacionaria está lejos de estar controlada», advierte el boletín del Observatorio de Monedas y Finanzas de Cuba (Omfi). «Cualquier plan inflacionario, en cualquier lugar —y sobre todo en el contexto actual de la economía cubana— requiere medidas que reanimen la oferta, un componente casi ausente en las políticas actuales».

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