2020 será un año inolvidable. No solo para los que se han amado en este tiempo, para los que han concebido y alumbrado hijos e hijas, para los que han perdido de vista y abrazo a sus madres y padres. 2020 será, para siempre, el año del nuevo coronavirus, el de la pandemia arrolladora que ha matado a casi dos millones de personas y todavía no baja de la cresta de la ola.
Por si fuera poco, en 2020 han muerto seres humanos imprescindibles en el relato de nuestras vidas comunes y corrientes: Quino, Juan Padrón, Rosita Fornés, Eusebio Leal, Maradona, Broselianda, Uderzo, Kobe Bryant, Aute, Ruth Bader Ginsburg, Javier Pérez de Cuellar, James Lipton, Kirk Douglas, Ennio Morricone, Efigenio Ameijeiras, Ernesto Cardenal, Julio Anguita, Casaldáliga, El Dany, por mencionar solo a algunos.
Mientras la pandemia se ha adueñado del planeta, las demás penurias han seguido firmes y obstinadas, para matar de hambre y violencia a los que no se enferman con el virus de moda.
Este también fue el año de la derrota electoral de Donald Trump, en unos sufragios seguidos por más de medio mundo, en los cuales, sin embargo, ha resultado un país dividido, a punto de un quiebre de su estabilidad institucional y ahogado por el odio racista y la discriminación a los que emigran hacia los Estados Unidos, en busca de libertad y prosperidad.
2020 ha sido demoledor para Cuba. No nos ha dado tiempo ni para acomodarnos a observar el primer año de la Constitución, sus primeros pasos, sus primeros tropiezos. La pandemia ha dejado a las economías del mundo en una gran crisis, Cuba estaba en una fina cuerda floja cuando este último mazazo llegó. Para colmo de males, no faltaron tormentas tropicales que nos inundaron las pocas zanahorias que prosperaban en los campos.
Un año sin turismo ha dejado el centro histórico de La Habana Vieja como una villa fantasma, los hoteles del resto del país polvorientos, los negocios privados desmadejados, las tiendas adornadas con estantes vacíos y las colas, nerviosas y salvajes, custodiadas por policías y contrabandistas.
Ya no basta el dinero. Ya no basta tener tres veces más dinero que antes. Ahora simplemente no hay nada que comprar.
Las escuelas se vaciaron, las universidades se llenaron de silencio. Las clases se mudaron al televisor. Las noticias hablan todos los días de accidentes en la Autopista Nacional y en la vetusta Carretera Central.
Otra prensa, cimarrona algunas veces, exagerada y bullanguera por momentos, justa y valiente cuando quiere, hecha casi toda por jóvenes, sin respaldo del Estado, dícese independiente, tildada por el poder de servir a los que la financian, pero distinta, muy distinta de la oficial y atractiva a un público diferente al que consume solo la televisión nacional, opina y analiza dolores poco reconocidos por el sistema político.
Por ella sabemos de los crecientes feminicidios, de los procesos judiciales que no trascienden a la prensa oficial, de los éxitos de los deportistas cubanos olvidados olímpicamente por los periodistas del noticiero, como si el pueblo no debiera ser respetado.
2020 es el año, también, de Pito Abreu, José Dariel, cienfueguero, jugador más valioso de la Liga Americana del campeonato de béisbol más importante del planeta. Su éxito solo fue ninguneado por la prensa que se dice representante de la nación cubana y sus valores.
Parecía que el año se iba de muerte en muerte, con la propuesta respaldada por muchos más allá de Cuba, de que la Brigada Henry Reeve, de asistencia médica cubana, fuera candidata al Premio Nobel de la Paz, por sus servicios en países golpeados por la COVID-19.
Pero La Habana todavía deparaba otra noticia para el otoño. Entre el 26 y el 27 de noviembre de 2020 el panorama político cubano empezó a cambiar de forma vertiginosa. San Isidro, huelga de hambre, protesta pacífica frente al Ministerio de Cultura y los días posteriores, hasta hoy, nos dejan para 2021 un país distinto.
También puedes leer:
ARTICULARSE EN Y POR CUBA NO ES SINÓNIMO DE MERCENARISMO
El lema de la presidencia reza «Somos Continuidad», la calle dice que la continuidad tiene que ser discutida, convencida, argumentada, dialogada, deliberada, revisada, reconstruida; para que el socialismo no se convierta en una consigna, se debe llenar de contenido y el contenido debe surgir del diálogo.
Cuba ha cambiado. La política no está en manos, solamente, de políticos de las instituciones reconocidas por la ley ni se traduce solo en las directrices del Partido. El poder político es otra cosa. Hablo de la Política.
El año termina con desasosiego. Los discursos de odio se asoman a los medios de difusión masiva, las redes sociales son un campo de batalla en el cual todos los días se cuece un nuevo Waterloo.
Millones de cubanos y cubanas que conforman la Cuba fuera de Cuba alimentan el fuego de la paz y también, algunos, el gélido paisaje de la guerra y la venganza.
El futuro de Cuba podrá ser cubano, y no un dictado de una mano ajena, si conservamos dentro, con los que son cubanos y cubanas, vivan donde vivan, el diálogo sobre las formas de hacer política, sobre la justicia, sobre las normas, sobre los derechos, sobre la calidad de las instituciones, sobre la eficiencia de la economía, sobre los errores de intolerancia que hemos cometido, sobre los perdones que nos debemos.
La política no tiene un solo dueño. El socialismo debe ser ejemplo de respeto a la dignidad humana y a la diversidad que constituye la nación y la nacionalidad cubanas. La riqueza y complejidad de nuestra cultura también debe expresarse en las diferencias políticas. Si este derecho se interrumpe o ahoga, no solo sufre el que resulta discriminado o discriminada, sino principios fundantes del Estado cubano, como la democracia, el Estado de derecho, la supremacía constitucional y el respeto a la dignidad plena de los seres humanos.
Si pudiera pedir a los Reyes Magos un regalo tardío, pediría comprensión y paz para 2021, respeto a los derechos humanos de todas las personas, salud para los cuerpos y justicia para las almas que conforman la patria, libertad para los que la han perdido sin causa justa, diálogo como vehículo del desarrollo del país, compasión para los que nada esperan, de tanta tristeza acumulada, esperanza para los que dan síntomas de desfallecimiento, fuerza para los que luchan sin pensar en más triunfo que el bien colectivo.
comentarios
En este sitio moderamos los comentarios. Si quiere conocer más detalles, lea nuestra Política de Privacidad.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *
Yoa9
Si pudiera le daría un “me encanta”
Su último párrafo me ha sacado las lágrimas, vivo enamorada de mi patria y sufro al ver tanta escasez y dificultades, por primera vez en mi vida estos meses me he cuestionado si cometí un error en decidir quedarme…
Bendiciones cuban@s , mucha salud y paz en este 2021!!!!