Según el ministro cubano «todo el pueblo sabe» que los beneficios del turismo «son para la prosperidad». Pero ¿de quién?

Foto: Prensa Latina
El Gobierno cubano ha destinado gran parte de los recursos financieros del país al turismo, a pesar del declive del sector en los últimos años. En 2024, el 37.4 % de la inversión estatal se destinó a actividades relacionadas con el turismo y la hostelería, 11 veces más que lo consignado a la Educación y Sanidad juntos, según datos de la estatal Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) cotejados por elTOQUE.
En ese contexto, el ministro de Turismo de Cuba, Juan Carlos García Granda, afirmó de manera rotunda en una reciente entrevista con el diario español El País: «todo el pueblo sabe que los beneficios económicos del sector son para la prosperidad y para amortiguar los efectos de estos tiempos tan difíciles». Las declaraciones ofrecidas por el funcionario durante un encuentro con operadores turísticos y aerolíneas en Bogotá (Colombia) son ENGAÑOSAS.
Economistas y analistas coinciden en que la desproporción en los recursos destinados al turismo podría comprometer el desarrollo integral del país y afectar, aún más, el bienestar de la población. Los especialistas señalan la monopolización de las inversiones por parte de Gaesa, el holding controlado por militares cubanos, y cuestionan la gestión gubernamental. Además, gran parte de la ciudadanía advierte sobre el contraste entre las inversiones en hoteles de lujo que luego permanecen vacíos y cómo se agudiza la crisis en sectores como la Salud o la Educación, con infraestructuras cada vez más precarias y gran falta de recursos.
Para los servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler —que incluye la construcción de hoteles o el aumento de habitaciones disponibles— así como en Hoteles y Restaurantes, se destinaron 36 843 800 000 CUP (1 535 000 000 USD, al cambio oficial para personas jurídicas) en 2024.
Sin embargo, se asignaron 993 900 000 (41 millones de dólares) a la Educación, una reducción del 26 % con respecto a 2023; 1 977 400 000 millones de pesos (82 millones de dólares) a la Salud Pública y la asistencia social; y 2 671 400 000 millones (11 millones de dólares) a la agricultura, un sector clave en medio de la inseguridad alimentaria en la isla.
En un reporte de Food Monitor Program se advierte que «en la Cuba de 2025, la crisis alimentaria trasciende la mera escasez de recursos y se ha convertido en un fenómeno estructural que socava la dignidad humana». «Quizá para un extranjero imaginar Cuba puede evocar imágenes de autos antiguos, música vintage y una historia de resistencia frente a adversidades. Pero detrás de esa postal turística hay una realidad que hiere el alma: el hambre que carcome a un pueblo atrapado en una crisis alimentaria, resultado de un abandono estatal sistemático», señalan los investigadores del programa.
En tanto, el economista Emilio Morales, presidente de Havana Consulting Group, señala que el Estado cubano hace «una inversión multimillonaria y descabellada en construir hoteles cuando la tasa de ocupación hotelera no sobrepasa el 10 o el 15 %. Es decir, el régimen prefiere construir hoteles aunque estén vacíos porque no puede atraer turismo».
Inversión en hoteles vs. bienestar cubano: ¿dónde quedó el impacto positivo?
El economista cubano Miguel Alejandro Hayes declaró a elTOQUE «que la apuesta por la inversión hotelera, que no es lo mismo que inversión en turismo, no ha beneficiado a los más pobres en Cuba. En primer lugar, a nivel puramente estadístico existe abundante evidencia de que los más pobres en Cuba han empeorado su situación: con un salario mínimo en 2018 se compraban varios cartones de 30 huevos, mientras que hoy no alcanza para uno de estos».
«En segundo lugar, esos hechos no se deben a un “error” que provocó que el bienestar que iba a proporcionar la inversión hotelera se filtrara hacia otro sector. Las autoridades cubanas no pueden explicar con seriedad de qué forma gastar más en construir hoteles —del modo en que lo hicieron, y aún lo hacen— se conectaría con el bienestar de los cubanos más pobres, ya sea en términos de generar a gran escala empleos dignos o de aumentar y abaratar la oferta de bienes de consumo de primera necesidad», señaló.
En cambio, apunta Hayes: «sí puede argumentarse cómo esa inversión desmedida empeoró la situación del país. Primero, es necesario recordar que esa inversión, según las estimaciones disponibles, tiene una altísima demanda de insumos importados, tanto en la construcción como en la explotación de los hoteles, lo que hace que su impacto en la dinamización de la economía interna —es decir, en la generación de empleo y el crecimiento de la producción— sea prácticamente nulo; incluso provoca que se deje de satisfacer la demanda local para abastecer al turismo, debido a la escasez crónica de oferta de bienes en Cuba».
«Ese beneficio casi nulo se convierte en negativo debido a los costos de oportunidad, pues ese dinero pudo invertirse en sectores que mejoraran el empleo y generaran más encadenamientos productivos e impacto favorable en el acceso a bienes de consumo», explica el economista.
Hayes advierte que, además, «para realizar la inversión hotelera, los militares de Gaesa tuvieron que desatender la infraestructura básica del país, la cual hoy está colapsada. Esto tiene un alto impacto tanto en la productividad como en las condiciones de vida de los cubanos. Es decir, hoy no tendríamos un colapso económico si los militares cubanos hubieran invertido las divisas de otra manera».
De acuerdo con el economista, «Cuba cuenta hoy con casi la misma cantidad de habitaciones de hoteles cinco estrellas que un país que recibe prácticamente cinco veces más turismo (me refiero, concretamente, a República Dominicana). Y el costo de hacerlo fue desatender —más bien, destruir— el resto de la economía».
«La inversión en turismo sigue siendo una prioridad injustificada en Cuba»
El doctor en Ciencias Económicas Pedro Monreal señaló en redes sociales que «los datos oficiales de la inversión en 2024 indican que, a pesar de la propaganda oficial acerca de “corregir distorsiones”, se mantiene una torcida prioridad del Gobierno cubano que incrusta una crónica deformación inversionista nacional centrada en el turismo».
Según el experto, en 2024 «se mantuvo un injustificado alto peso relativo de la inversión asociada al turismo a pesar de la existencia de la baja tasa de ocupación hotelera de 23 %».
«La persistencia del reducido peso de la inversión agropecuaria (apenas 2.7 % de la inversión total) parece indicar que la “prioridad” oficial respecto a la seguridad alimentaria no pasa de ser una engañosa consigna. La inversión agropecuaria fue 14 veces inferior a la turística», concluyó.
En opinión de Monreal «el predominio de la inversión principalmente asociada al turismo hace que esta tenga un peso muy superior a la inversión combinada en la industria manufacturera y en el sector agropecuario, dos áreas claves para la productividad, el bienestar y los eslabonamientos productivos».
Por su parte, Emilio Morales aseguró que al «colapso energético que hoy presenta Cuba hay que sumarle el colapso turístico. Los resultados alcanzados al cierre de octubre denotan claramente que el turismo también se apaga».
Morales señala que este sector estratégico del Gobierno cubano, «en el que se han priorizado las inversiones del país en los últimos 15 años por encima del resto», no despega.
Cuba: declive en el turismo
Según los datos reportados por la ONEI el 20 de mayo (los más recientes), las cifras de turistas internacionales llegados al país entre enero y abril de 2025 muestran una caída del 27.6 % del total de clientes, en un período en el que se reportaron 741 106 visitantes.
En abril se recibieron 169 334 viajeros, la peor cifra de este año, por detrás de los 196 004 turistas registrados en enero, los 178 263 de febrero y los 197 505 de marzo.
Hoy también visitan la isla menos de la mitad de los cubanos residentes en el exterior que lo hacían hace cinco años, a pesar del actual éxodo migratorio, el más grande en la historia del país.
El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel declaró a inicios de mayo, en la Feria Internacional de Turismo FITCuba 2025, que «una de las capacidades innovativas que tiene el turismo en Cuba es su expresión de adaptabilidad» y que el país tiene «más de 80 000 habitaciones actualizadas, lo que ofrece nuevas opciones y posibilidades para el turismo».
No obstante, el exdirector del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC) en La Habana, Omar Everleny Pérez, comparó al turismo en la isla hoy con «una locomotora sin vagones»: con un «modelo de crecimiento extensivo», una oferta turística «aún baja» y servicios que «han perdido calidad en comparación con otros destinos caribeños».
José Luis Perelló, una de las voces más respetadas en el estudio del turismo en Cuba, también estimó en una entrevista con la agencia EFE que hasta 2030 la isla no recuperará el nivel de visitantes internacionales que tuvo antes de la pandemia.
Aunque las autoridades cubanas achacan la agudización de la crisis del sector durante el último lustro al sistema de sanciones de Estados Unidos, aproximaciones académicas destacan «las deficiencias críticas de la industria turística cubana» como la principal causa del declive.
Las autoridades cubanas proyectaron para 2024 el arribo de 3.5 millones de turistas al país. Al cierre del año, la cifra estuvo muy por debajo. Por tercer año consecutivo se incumplen las previsiones del régimen en este sector desde que comenzó el proceso de recuperación pospandemia.


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Diasca marrero