-I-
Una se va y es como si diera un portazo. Consigo se lleva la vida, la gente, los recuerdos y también las esperanzas. Una se lleva todo lo que cabe en la memoria y la piel… y también escoge qué deja.
El futuro promete. Estudié lo suficiente, según mamá quería, como para poder ganarme la vida.
No quieres solo sobrevivir, pretendes que esta sea tu nueva existencia. Te dispones a gozar. Abres bien los ojos y el estómago. Llevas demasiado tiempo viviendo al límite y esta es LA oportunidad. Antes te has hecho la idea de que en la tierra que te vio nacer ya nada es posible.
-II-
Un cuño en tu pasaporte. Una puerta que se abre. Una ciudad que te dice Willkommen o Bienvenido dependiendo dónde arribes.
Pisas y das gracias a la vida por la oportunidad de ir más allá de las fronteras. Das las gracias a tus orishas por haber tocado tierra firme sin percance alguno. Entonces, empieza el viaje.
-III-
Los sentimientos no son uniformes. Un día estás por todo lo alto, tan feliz que te importa un bledo comentar el último brete en Facebook. Otro, no te puedes ni mirar al espejo: te tienes lástima. Tus pulmones no dan más pero sigues dándole a los pedales aunque sea en falso. No puedes detenerte ni para arreglar la catalina.
Ahora ya no solo eres Juan, Dania o Rosario, sino la cubana, el habanero, el emigrante. El “vengo de” te acompañará toda la vida. Responderás preguntas como: ¿conociste personalmente a Castro? Como si Cuba fuera una finca.
-IV-
Es sábado. Música y vino mediante, pones tu mejor estado de ánimo al cuerpo. “Se acabó el querer” dice Pedrito Calvo y tú, que no cantas ni comes fruta, quisieras tener a ese negro en tu cocina para que te diera un recital.
Entre el escobazo y el agua que no puedes tirar -acá todo se limpia con trapitos y papel toalla-, recuerdas la tanda del domingo que te hacía correr, para sentarte ante el televisor con el plato de comida en la mano derecha: “¡Mami, los frijoles negros quedaron riquísimos!”
-V-
Abres los ojos y desconoces el color de las paredes, el techo, la telaraña. Te preguntas dónde estás pero tu cerebro no responde. Sientes como si tus ojos se desvincularan de tu cuerpo, perdiendo el sentido real de la vida.
Tres segundos más tarde te das cuenta de que estás en tu casa, esa que has podido alquilar con tu salario y cuyas paredes has adornado con recuerdos. Los sollozos no calman tu existencia. Lloras para no morir.
comentarios
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Pirela
Carmen
Estoy aqui,pero mi corazón alla.Porque todo lo que tengo aqui,debía tenerlo allá y para ayudar a los de allá y también a mi misma (por que no),es asi,va pasando la vida,entre alegrías y añoranzas,sueños y realidades .
Y poco a poco aprende uno a vivir de esta manera y recuerdas a tus viejos y tantas necesidades y una vez más me acuerdo de aquello de “aprieta las nalgas Eddit”,Que es lo mismo que decir:”guapa ,que tú puedes”.
Anónimo
Luna
Repatriarse es posible
Elisa
Sandra Alfaro (smariana)
Gusano 100%
Mariano
Sandra AbdAllah
Un abrazo y seguimos dandole la vuelta al mundo.
Repatriarse
Repatriarse
Jesse Diaz
Retomando tu escrito, en su Oda al Niagara Jose Ma. Heredia, describe con total exactitud lo que es vivir el en “destierro”, lo escribo entre comillas, pues se que muchos diran como dijo Repatriarse, eso quizas resuelva algunos problemas, pero volveria todo a comenzar desde cero, seria caminar circulos; creanme, yo se lo que digo. Es cierto Pirela, es muy cierto lo que dices, se de todas nuestra carencias, pero estoy seguro que Sandra trato de dar otra imagen, lamentablemente no todos interpretamos lo mismo, puede ser que el errado sea yo, no digo que no, pero Sandra habla de lo mismo que hablo Heredia, de lo mismo que hablo Jose marti y de lo mismo que han hablado miles quienes han y hemos vivido en un exilio forzado, solo por el deseo de unos cuantos. Estoy de acuerdo con Luna, y con todos, todos vemos las cosas desde diferentes angulos, pero a la largo todos convergen en un mismo punto, el estar lejos de casa, de nuestras familias, de nuestros amigos, de nuestros recuerdos, es algo que no se puede apartar de nosotros por mas que querramos. Asi es el destino, asi es vivir fuera de nuestra Patria. Sin importar si nos repatriamos, sin importar que tenemos para comer, sin importar si tenemos o no los 100 pesos para comprar una camisa o en aportarlo para lo que haga falta en la casa. Se que es duro, muy duro. Pero tambien es duro vivir fuera de nuestro entorno, las dos cosas son duras, durisimas diria yo, y estoy seguro que todos me apoyarian en eso. Si pudieramos vivir en Cuba como se vive en cualquier lugar fuera de Cuba, otra cosa seria, estoy seguro que nadie saldria de nuestro verde caiman. Pero, asi es el destino, un destino que nadie quiso que fuera asi, sin embargo lo es, una realidad tan tangente como chocante e irreverente ante nuestros ojos. Pero como dijera el mismo Jose Marti: .. nuestro vino es amargo, pero es nuestro vino.. Un fuerte abrazo a todos.. Bendiciones. Jesse
Cubano 100 %
Sandra
Jesse Diaz
Selma
Sandra AbdAllah