A más de un año de la llegada de la COVID-19 al país, varias rutinas se han vuelto parte de la cotidianidad. No se trata solo de la desinfección de manos y superficies: la compra de alimentos y productos para la higiene que hace la familia cubana ha tenido que ajustarse a la poca disponibilidad, la alta demanda y la necesidad de mantener los locales cerrados con baja concurrencia.
En ese contexto, las autoridades locales y los establecimientos de ventas han desarrollado iniciativas para intentar garantizar el acceso a productos con el menor riesgo posible de contagio. Sin embargo, estas ideas no han sido homogéneas en todo el país, como tampoco lo es la distribución de las mercancías.
Para lograr una imagen panorámica de las iniciativas adoptadas con el propósito de garantizar al máximo el acceso a las pocas ofertas de productos en Cuba, desde El Toque y Periodismo de Barrio entrevistamos a 22 cubanos de 14 provincias acerca de las limitaciones, atenciones especiales y procedimientos para comprar alimentos y aseo en pesos (CUP) y moneda libremente convertible (MLC) en sus respectivas localidades. Las estrategias fueron aplicadas indistintamente en territorios de Pinar del Río, Artemisa, La Habana, Mayabeque, Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Camagüey, Las Tunas, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo.
Ilustraciones de EMII.
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