I
Las pymes privadas desaparecieron de Cuba porque un buen día al Gobierno cubano se le ocurrió cerrarlas. Luego, durante los más de 40 años que no estuvieron legalmente permitidas, nadie fuera del círculo cerrado en el que se toman las decisiones importantes pudo cambiar esa realidad. Fue finalmente en 2021 cuando se dio paso a estas, debido a que el mismo Gobierno decidió dejarlas existir. Por lo que una primera conclusión es que existen pymes en Cuba, si el Gobierno quiere. De igual modo, no existen, si este no quiere.
En consecuencia, pensar las pymes como fuente de cambio de la lógica esencial del Gobierno en Cuba pasa por decir que dicho cambio depende de algo cuya existencia se determina por la propia voluntad del Gobierno.
II
Entonces habría que preguntarse: ¿qué intereses tiene el Gobierno en que existan las pymes? ¿En qué se beneficia, tanto económica como políticamente?
No hay razones para suponer que un grupo en el poder que es fiel hasta las últimas consecuencias con una política económica rentista y corrupta permita la apertura a un sector que lo puede destruir por «puro amor al arte» o torpeza (la continuidad en el poder no es torpe para lo que le interesa). Algún beneficio trae a la élite esta apertura: el sector empresarial privado viene a poner algo de oferta en medio de una debacle productiva/importadora nacional.
Además, con las flexibilizaciones al comercio exterior, el esquema «mercado informal-importación-venta en CUP-mercado informal nuevamente» ha permitido al sector importador privado concentrar parte de las divisas del mercado informal. Luego, se le facilita al Gobierno tomar una parte de esas divisas vía impuestos y empresas mediadoras parasitarias. Es necesario recordar que esa recaudación ha sido fallidamente perseguida por el Gobierno en los últimos años, por lo tanto, se trata de una alianza beneficiosa para ambas partes.
En resumen, la nueva clase importadora, en materia económica, ayuda al Gobierno a garantizar unos mínimos indispensables para estar en el poder, oferta de bienes y algo de divisas.
III
Pero la nueva clase importadora, los dueños de pymes importadoras, que en realidad es un segmento de las pymes, y todos los negocios que conforman este sector, ¿quiénes son?
La ausencia de datos al respecto no impide saber que un obrero que vive literalmente de su salario, pobre, no es el dueño de una pyme. Es Economía Política, la misma de siempre. Para tener una empresa hay que invertir, y eso lleva ahorros o préstamos. Por tanto, salvo excepciones, se puede decir que las pymes cubanas son propiedad de cierta clase media en adelante (si bien es cierto que la clase media cubana tiene sus particularidades —por ejemplo, que no escapa de los azotes de la crisis económica—, no deja de ser clase media).
Conocer un poco más sobre los que están detrás de las pymes también lleva a preguntarse ¿a quiénes el Gobierno, mediante su comisión del Ministerio de Economía y Planificación encargada de aprobar a los nuevos actores económicos, permitirá crear empresas privadas y disfrutar sus beneficios?
Quedan fuera de esa lista los disidentes, activistas, opositores y críticos con el sistema. Es decir, al menos no se puede tener una proyección contraria al Gobierno pública para tener una pyme.
Por lo tanto, las pymes no pueden ser una fuente de cambios sustanciales en Cuba en materia de relaciones de poder, porque no empoderan a los sujetos que luchan por un cambio, activistas y opositores ni a críticos del sistema.
El carácter del cambio que representan las pymes en materia de poder está dado por las características del grupo de individuos que está convirtiendo (o dejando ser) empresarios. Y esos, con independencia de su condición moral, no son precisamente voces claras que en sus prácticas promueven cambios en materia de derechos y democracia ni en la verticalidad y dominación del sistema.
No es nuevo que la élite en el poder siempre ha garantizado poner a su gente en posiciones de poder, por lo que hay motivos para suponer que esa práctica se repite ahora con las pymes. No quiere decir que cada socio de una empresa privada cubana sea un «amigo del Gobierno», porque siempre hay mucha gente honesta esforzándose y yendo adelante. Pero es muy probable que los mejores sectores de mercado, los más estratégicos y lucrativos, así como alguno que pueda amenazar el monopolio y la hegemonía gubernamentales, estén ocupados por las personas escogidas por el sistema o de su confianza.
Es conspiración creer que todas y cada una de las pymes son testaferros del Gobierno, pero también lo es pensar que ninguna lo es o que no hay una intencionalidad gubernamental y de los órganos de la Seguridad del Estado de armar un tejido empresarial privado que resulte inocuo para la permanencia de la continuidad en el poder.
Un sistema que construyó su ideología sobre el miedo a la propiedad privada, al mercado y al emprendimiento (aún se enseña en universidades cubanas) no puede tener un sector privado que no sea vigilado y esterilizado de todo lo que pueda perjudicar a la élite en el poder.
La anterior «sospecha» toma (más) cuerpo en el mismo momento en que el proceso de aprobación de pymes no es transparente, sino arbitrario. Sobre todo, no es pública la lista de socios de las pymes cubanas (aunque sí los nombres de las empresas). ¿Por qué los ciudadanos cubanos no pueden acceder a la lista de socios de las nuevas empresas? Ese nacimiento es oscuro y tampoco es nuevo.
La ciudadanía cubana no tiene que hacer un acto de fe en unas empresas de las cuales no sabe quién está detrás; sobre todo, después de vivir el mismo capítulo con un inmenso aparato estatal y varias promesas en corporaciones, hoteles y otros inventos.
Si los hijos de Fidel Castro, Raúl, el círculo de poder y sus diferentes anillos no son los dueños de las pymes más «duras», que lo demuestre el poder con listados públicos, con acceso a documentación. Instituciones y políticas no transparentes son siempre sospechosas.
ELTOQUE ES UN ESPACIO DE CREACIÓN ABIERTO A DIFERENTES PUNTOS DE VISTA. ESTE MATERIAL RESPONDE A LA OPINIÓN DE SU AUTOR, LA CUAL NO NECESARIAMENTE REFLEJA LA POSTURA EDITORIAL DEL MEDIO.
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