Consigna cederista en Cerro y Boyeros, La Habana. Foto Jesús Arencibia.
Los encadenamientos discursivos
25 / julio / 2019
El muelero aplasta con citas y consignas, con frases rebuscadas
y acuñadas, con retórica teórica. Es como el hidrato de coral
o el fenobarbital o la cloropromacina. Aturde, genera el bostezo, da sueño.
“El Muelero”, de H. Zumbado, en Limonada (1978)
Uno llega a padecer cierta alergia, con sarpullido e hinchazón, cuando es bombardeado día a día por las mismas matracas. Ahora están de moda en el discurso político cubano los “encadenamientos productivos” en la economía nacional. Lo dice el presidente, y allá van, como Juan que se despetronca, todos los repetidores y amplificadores a encadenarse.
Pocos de los que incorporan la consigna de moda se detienen en la complejidad del término. No reparan, como ha hecho, por ejemplo, el académico Pedro Monreal, en que, antes de articular las cadenas hay que destrabar ciertos eslabones, entre ellos “el ‘nudo gordiano’ de la dualidad monetaria y cambiaria” y las condiciones en las que funcionan sectores como el agropecuario y la gastronomía.
“¿Puede una agricultura donde [la entidad de] ‘Acopio’ desempeña una función crucial tener el tipo de institucionalidad […] capaz de generar encadenamientos…?”, se pregunta el economista Monreal. Hay décadas de argumentos para sustentar la respuesta.
Hablando de respuestas y de “encadenamientos”, ¿cuándo conoceremos una solución a los problemas de “la cadena Puerto-Transporte-Economía interna”? El término, en uso en el lenguaje gubernamental y en sus medios desde los años 80 del pasado siglo, todavía sigue apareciendo en reportes en los que se habla de críticas, perspectivas y recomendaciones. La economía interna se sabe bien cómo (no) marcha; en el Puerto, los productos se atascan y demoran; y el transporte, bueno, el transporte en todas sus manifestaciones es una cosa sublime.
Juan Carlos Rodríguez Portuondo, director de Frutas Selectas, dijo a la revista Bohemia en 2017 sobre la transportación de carga: “…es mala; la Unión de Camiones (Udecam), por ejemplo, no da abasto para sacar los fertilizantes del puerto. Ni Almacenes Universales da respuesta suficiente para los traslados nacionales”. Y refiriéndose a los camiones de su propia empresa, se lamentó: “El 70 por ciento de estos tiene más de tres décadas de explotación”.
Pero el discurso parece no advertir su propia inoperancia y se recicla, se acicala, calza las botas y se impone, para volver a sonar en pancartas, consignas, reuniones, llamados de atención, campañas, planes de trabajo, órdenes del día, el merequetén divino. Quizás para que, ahora sí y por obra y gracia de su invocación, los “encadenamientos productivos” se logren, digo yo.
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La cosa, supondrán los más avezados, no es de ahora. Si uno va a las transcripciones periodísticas de tribunas pasadas, choca, desafortunadamente, con las mismas muelas, desde los cabezales hasta el pie de página. Viajando en flashback, algunas joyitas bien lo ilustran:
Titular: “Se puede satisfacer la demanda de alimentos con actuales recursos”. Primer párrafo: “Incrementar la producción y las construcciones económicas al máximo con menos recursos es la política que seguimos en la Agricultura, aunque enfrentamos la tendencia que existe de pedir más en lugar de sacar mejor provecho de lo que tenemos, dijo el ministro […]”. [Trabajadores, 23 de junio de 1989]
Titular: “COMANDANTE EN JEFE: Los jóvenes cubanos afrontaremos las dificultades con vigor, con valentía y con optimismo”. Tercer párrafo: “Cada joven cubano asumirá pues, como corresponde, sus responsabilidades en este momento en que se recaba de todo el pueblo el mayor concurso para, con más laboriosidad y eficiencia lograr enfrentar los efectos que se desprenden de la actual coyuntura económica internacional en que nos encontramos”. [Juventud Rebelde, 1ro de octubre de 1976]
Titular: “¿Por qué debe disminuirse el consumo del fluido eléctrico en la hora del pico?”. Segundo párrafo: “Con el entusiasmo y decisión características de nuestro pueblo se ha emprendido bajo la dirección del Partido y la íntima colaboración de los organismos de masa (CDR, FMC, CTC-R, etc.), una campaña de disminuir los consumos eléctricos, en la hora del ‘PICO’” [sic]. [El Socialista, Pinar del Río, 19 de febrero de 1966].
Hacer más con menos, dar lo mejor de sí, rechazar el individualismo, enfrentar las misiones de choque, participar con optimismo, valentía y fe en la victoria, mostrar siempre el compromiso revolucionario, plantear los problemas en el momento y lugar oportunos, no darle armas al enemigo, construir, ahorrar y vencer, TAREA DE TODOS.
Y las tareas de todos, por desgracia, tantas veces han resultado responsabilidad de nadie y huecos en la vida de muchos…
Como si no fueran los hechos, las prácticas, el hacer concreto —como el arriesgado y plausible aumento de los salarios decidido recientemente—, los que marcan en verdad algún movimiento, los que pueden generar optimismo y compromiso. Como si no fueran los cambios en políticas y normas legales, y la comprensión de las reglas de funcionamiento de la economía, los que catalizan los dichosos “encadenamientos”, más allá de los llamados y el voluntarismo.
En fin, que tal vez uno deba acostumbrarse y no sorprenderse demasiado con grandilocuencias propagandísticas cotidianas, como la de la consigna cederista que se exhibe en la esquina de Cerro y Boyeros, en la capital de los 500 baches: “Una organización que nació para ser eterna. CDR”.
El titular de una página-póster que el periódico Hoy publicara el 16 de mayo de 1963, también aludía a lo perenne e inmortal:
Y ya sabemos cuánto dura la eternidad.
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Felix
Walny Olazabal arias