Este viernes 4 de junio de 2021, el anuncio de una «revelación» que cambiaría el destino de Cuba tuvo pendiente a muchos cubanos. Ignacio Giménez había anunciado, varios días antes, que mostraría en una directa de 6 horas «que la tiranía ha sido colapsada, que la tumbamos y que llegan tiempos de libertad, justicia, reconstrucción, prosperidad, dignidad, tranquilidad y oportunidades».
Giménez prometió mostrar, con horarios establecidos, a su «equipo de abogados», sus «invitados especiales», sus «pruebas», sus «sentencias», su «disposición de 200 000 000 000 USD» que una «corte en Dallas, Texas, EE. UU.» le confiaría para el «derrocamiento» de la dictadura de partido único y la «reconstrucción» de Cuba.
Sin embargo, nadie sabe qué ha pasado con Ignacio desde que realizó su última directa el jueves 3, pues no apareció a la hora pactada y dejó a la espera a sus seguidores y a quienes esperaban el cumplimento de sus promesas.
Aunque algunos aseguraron que sí estaba transmitiendo por una página privada y de pago, nadie ha podido confirmar que realmente sucedió. Ignacio continúa sin aparecer y los más escépticos —conscientes de sus antecedentes de afirmaciones sin pruebas ni fundamentos— dudan de la credibilidad de Giménez.
Por otra parte, sus seguidores especulan que «ha sido apresado», «que la Seguridad del Estado le inhabilitó sus cuentas en redes sociales», «que algo terrible ha de haber sucedido para que no apareciera», «que sí estuvo transmitiendo en vivo por las plataformas de otros youtubers», entre otras. Las transmisiones a las que hacían referencia corresponden a meses precedentes.
¿Quién es Ignacio Giménez?
Ignacio Rafael Giménez García es una figura mediática contraria al Gobierno cubano. Hemos encontrado referencias que lo acreditan como cubano-español, aunque su origen es confuso. Arrastra casi 84 474 seguidores en su página en Facebook con la promesa de derrocar «la dictadura castrista»; pero su discurso no es confiable.
Además, su formación es dudosa. Según él, es abogado titulado en Derecho en España y en Administración de Empresas en la Universidad de Columbia en Nueva York; sin embargo, nunca ha mostrado ninguno de sus diplomas. Nuestro equipo no pudo encontrar referencia alguna a Ignacio Giménez en las bases de datos que registran a los graduados de la Universidad de Columbia. Tampoco ha mencionado nunca el Colegio de Abogados donde está registrado, un requisito necesario para ejercer la profesión en determinada jurisdicción, ni aparece en el Censo General de Letrados; una base de datos de acceso gratuito en la que aparecen todos los abogados de España.
Nos enfocaremos en cuatro puntos importantes de su discurso para verificar lo que dice Ignacio Giménez: ¿cuál es su propuesta de transición de Cuba a una «sociedad democrática»?, ¿por qué no ha presentado pruebas de estas acciones que está realizando para «acabar con el régimen»?, ¿qué piensa hacer una vez esta transición termine? y ¿cuál será su papel en esa «nueva Cuba democrática»?
¿Cómo piensa acabar con el Gobierno?
La fórmula de Giménez para acabar con el Gobierno cubano consiste en la aplicación de la cláusula que en términos jurídicos se conoce como «en igualdad de condiciones» o pari passu. Esta cláusula obligaría a Cuba a tratar su deuda con cada uno de sus acreedores en la misma forma, al pagar a todos por igual el mismo porcentaje. La lógica de Ignacio plantea que, al no poder pagar a sus deudores, Cuba caerá en lo que se conoce como default o incumplimiento de pagos y no tendrá acceso a más créditos internacionales, lo cual acabaría con el sistema político actual.
De acuerdo con Benjamin F. Deyurre, economista y periodista de El Nuevo Herald, países como Grecia, Argentina, Venezuela y Puerto Rico se han encontrado en situaciones de default y no han cambiado su Gobierno, sino que han buscado métodos para renegociar sus deudas o pagar solo parte de ellas. No tiene por qué existir una relación directa entre la incapacidad de un país para pagar a sus acreedores y su régimen político.
La posibilidad de que Cuba reciba créditos o no de varios países no reside solo en su capacidad de pago, sino en las conocidas e imprescindibles relaciones comerciales con socios que simpatizan con el Gobierno cubano y mecanismos de intercambio que van a continuar extendiendo. Cuba ha reconocido, en varias ocasiones, sus problemas de liquidez y sus dificultades para pagar las deudas.
Junto a lo anterior, Ignacio dice también estar litigando billones de dólares que están en cuentas bancarias cuyos titulares son varios de los más altos funcionarios del Gobierno cubano o familiares de Fidel y Raúl Castro. Alega, en ese mismo espacio, tener 43 pleitos abiertos y 210 mil millones de dólares retenidos de forma cautelar a estas cuentas. Ignacio espera que, para el 31 de julio, 26 sentencias (de las 43 que tiene abiertas) serán inapelables y el dinero retenido finalmente sea removido de esas cuentas bancarias. Su objetivo es «provocar un colapso económico y financiero de estas élites hasta que tengan que rendirse».
Sin embargo, hasta la fecha no ha ofrecido pruebas indubitadas de sus acciones legales y tampoco ha señalado los tribunales ante los que ha interpuesto los procesos (solo ha mencionado el tribunal de Dallas, Texas). Nuestro equipo contactó con dicha corte, perteneciente al Northern District of Texas en Estados Unidos. Leigh Lyon, jefe adjunto de Operaciones, confirmó que no consta en sus archivos ningún registro de caso o de abogado de nombre Ignacio Giménez.
Ningún medio de comunicación reconocido se ha hecho eco de estas declaraciones, ninguna organización internacional, bufete de abogados o firma legal ha respaldado o confirmado que participa con el señor Giménez en estos litigios. Nuestro equipo tampoco pudo encontrar ningún resultado relacionado con esta persona en su búsqueda en bases de datos públicas como el registro de actividad de las cortes de Texas, su directorio judicial de 2020 y 2021 o el archivo de casos de las cortes de Texas.
¿Por qué Ignacio no presenta pruebas?
Ante la pregunta de varios de sus seguidores y entrevistadores, Ignacio ha justificado que es parte de su estrategia legal no aportar pruebas. Explica que se encuentra en el tribunal de Texas, dirigiendo «su litigio mayor», en la primera fase de un proceso penal o prejuicio. En esta fase se intenta que todas las partes lleguen a un acuerdo y, de no existir controversia entre los implicados, el juez puede conceder una «moción de sentencia sumaria», que se dicta antes del juicio y lo evita. Entonces, según Ignacio, no puede presentar pruebas porque quiere evitar «introducir la capacidad de observación de terceros que puedan provocar una controversia entre las partes y que provoque llegar a juicio». La razón que esgrime Ignacio para no querer llegar a juicio es que «el control de su equipo es mayor en la etapa de prejuicio».
Sin embargo, durante un proceso judicial, sin importar la fase en que se encuentre, todo abogado registrado en un Colegio o Barra de Abogados está sujeto a un Código Deontológico o reglas de conducta profesional que, en el caso de las cortes de Texas fueron revisadas y actualizadas, por última vez, en febrero de 2019. De acuerdo a estas reglas, en específico la 4.01, Veracidad en las afirmaciones a otros (traducido del inglés), Ignacio no tiene permitido narrar, a título personal, los resultados de los litigios en los que se encuentra inmerso, sin presentar pruebas.
Si su objetivo es no atraer «terceros que puedan causar controversias», no debería usar sus redes sociales para equiparar su labor profesional con promesas no cumplidas a su familia, contadas de manera sensacionalista y sin fuentes verificables. En este sentido, Ignacio está incumpliendo las reglas 1.03, referente a la Comunicación con el cliente; la 1.05 de la Confidencialidad de la Información; y, sobre todo, la regla 7.04 (pág. 97 del Código de Conducta de Texas), referente al Trabajo con Medios de Comunicación y Publicidad. En esta se establece que un abogado debe presentar sus credenciales como especialista cuando use medios de comunicación o, al menos, mencionar otro profesional de la ley que pueda hacerse responsable del contenido que comparte.
Otra de las aseveraciones que le ha valido a Ignacio la adoración de sus seguidores fue el supuesto litigio ganado a Antonio Castro Soto del Valle: una mansión de 13 millones en Málaga. Ha comentado, además, que con su equipo de abogados «descubrió» y «ayudó» a «confiscar con el Scotia Bank de Canadá una supuesta cuenta bancaria con recursos financieros mal habidos operada por el presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel en la filial de ese banco en República Dominicana. O la presunta confiscación de una mansión en Londres valorada en 200 millones (nunca especifica la moneda), supuestamente propiedad de Raúl Guillermo Rodríguez Castro, nieto del general de Ejército Raúl Castro. Según Ignacio, ese dinero ganado en representación del pueblo cubano irá al proceso de reconstrucción de la Isla, para «resarcir sus derechos vulnerados una vez acabado con el régimen».
Sin embargo, la organización Inteligencia Ciudadana (I-CID) informa que no hay ninguna trazabilidad documental sobre esas «victorias» de Ignacio en recursos de búsqueda públicos (bases de datos judiciales, notas oficiales de los Gobiernos implicados, boletines judiciales y publicaciones oficiales con ISSN e ISBN).
¿Qué hará Ignacio luego de alcanzar la democracia?
Ignacio ha mencionado, además, que luego de que «caiga el régimen» se nombraría presidente de la Asamblea Nacional de Cuba, órgano supremo del poder del Estado. Según él, esta acción no estaría basada en un deseo de poder, sino todo lo contrario. Ignacio lo presenta como un acto de total humildad para contribuir a que no existan vacíos legales mientras se transita de «cuerpo legal comunista existente» hasta llegar a un «cuerpo legal democrático», pero que alguien «tiene que mandar si no mandan ellos». Alega que como jurista él puede ser más útil frente al órgano que aprueba las leyes mientras se espera por las elecciones libres y la recomposición de la Asamblea. Con el objetivo de encontrar las leyes que modifiquen y complementen las existentes, es necesario que él «tenga el control de la Asamblea».
Tropezar con la misma piedra
Aunque en sus redes Ignacio Giménez se presenta a sí mismo como «toda la actualidad sobre Cuba sin fanatismos, con argumentos, basada en la experiencia real próxima a la vida de millones de cubanos, de todos los cubanos», prometer y no cumplir se ha vuelto una costumbre.
En septiembre de 2017 aseguró que el 11 de octubre estaría celebrando su cumpleaños en La Habana «en las condiciones que prometí: con el proceso de transición a la democracia y a la libertad iniciado de manera irreversible y sin ninguna clase de tolerancia con fraudes, demoras o concesiones».
La mayoría de sus directas y videos en Youtube usan titulares grandilocuentes, que anuncian alguna revelación sobre las contradicciones y enfrentamientos entre la familia de Raúl Castro, Díaz-Canel y otros dirigentes; pero no pasan de conjeturas y suposiciones a partir de «algún cuento». Ignacio asegura que «alguien cercano al régimen» o «un conocido» le hizo la confesión o que «alguna corte determinó» y que tiene pruebas que lo demuestran… pero nunca las presenta.
El doctor en Derecho Sergio Osmín Fernández Palacios, coordinador del proyecto Inteligencia Ciudadana, explicó en una publicación en la mencionada página que Giménez está denunciado ante la Hacienda de España (Trámite n° ZZ064) por fraude; la Fiscalía de Madrid Provincia (Diligencia de Investigación n° 25/2021), por intrusismo profesional; el Centro de Responsabilidad Social de la Abogacía de Madrid del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, ICAM (pendiente de respuesta), por intrusismo profesional; y el Tribunal Provincial Popular de La Habana, Sala de lo Penal, por calumnia (pendiente a radicar).
Ignacio Giménez es el resultado de largos años de polarización política, desconocimiento cívico-legal y activismo pasional; se crea a sí mismo a imagen y semejanza de las más profundas necesidades que tienen los cubanos de un líder mesiánico para emprender cualquier intento de participación, de empoderamiento o de cambio social.
Ignacio y su comunidad vendrían a ocupar un pedazo dentro del espectro político opositor más activo en redes sociales. La diferencia es que la narrativa de Ignacio existe, hasta el momento, solo dentro de sí misma, y dentro del universo simbólico de muchos cubanos en estado político de orfandad.
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