Foto: Royal Bahamas Defence Force
«En Bahamas vivimos un infierno»: balseros repatriados cuentan su historia
1 / marzo / 2023
El 8 de febrero de 2023, 130 migrantes irregulares detenidos en Bahamas fueron devueltos a Cuba. Rachel Fernández, una de las 22 mujeres del grupo de balseros, recuerda su estadía en el centro para Inmigrantes de Nassau. Antes, había sido una superviviente. Resistió la crudeza del mar durante los 12 días de zozobra en una embarcación que no pudo llegar a su destino. Algunas heridas físicas —las lesiones en los pies por el sol, el salitre y la arena— sanaron, pero hay otras cicatrices de las que precisa hablar: «el trato a los cubanos es el más duro, para los oficiales bahameños éramos como animales».
En el recuento de esos días asoma la violencia. «Delante de nosotros un muchacho cubano fue golpeado brutalmente. Solo por ser negro lo confundieron con un haitiano. Los habían mandado hacer una fila, pero como él no salió, lo maltrataron. Entre dos oficiales le dieron muchos golpes, le partieron el pómulo», afirma Rachel.
«Ellos no le preguntaron a nadie quién era. Se metieron para allá adentro a reprenderlo salvajemente. Cuando trató de defenderse sacaron unas navajas que llevaban en sus uniformes». A esa situación de severidad extrema se une el hecho de que el trato a los enfermos era «pésimo». Rachel cuenta que el rostro del migrante quedó muy inflamado y le sangraba.
«Hubo mujeres que se desmayaron, nosotras debimos cargarlas y llevarlas con los médicos porque los oficiales no las socorrieron. Parecía que los cubanos teníamos una enfermedad contagiosa porque evitaban cualquier contacto con nosotros», denuncia Rachel.
Agrega además que «si presentas un dolor o un malestar no les importa. Para que te atiendan tiene que ser algo de gravedad». Durante varios días Rachel padeció una crisis cervical, «con muchos vómitos y dolor de cabeza». Asegura que nunca la revisó un doctor. Tampoco recibió tratamiento para las lesiones en sus pies. Ninguno de los migrantes de su grupo fue asistido en Nassau, después de pasar más de una semana en alta mar.
Probablemente no se trata de un hecho aislado. Otras denuncias recientes muestran la desatención a balseros cubanos con problemas graves de salud. El 12 de febrero trascendió el estado del paciente oncológico Casildo Larena, a quien le negaron los cuidados médicos. Una publicación de la periodista Jany González hace referencia a otros casos de gravedad, así como a posibles contagios de conjuntivitis y gripe.
La emigración irregular de balseros cubanos representa un problema económico para ese país. En octubre de 2022, la directora del Departamento de Inmigración del Gobierno de las Bahamas, Keturah Ferguson, declaró que el Gobierno gastó más de 2.3 millones de dólares en repatriar a migrantes —principalmente haitianos y cubanos— durante ese año.
Según expresó Ferguson, en ese momento costaba aproximadamente «400 dólares por persona la repatriación a Haití y 305 dólares por persona la repatriación a Cuba». En 2018 ese gasto alcanzó los 2.2 millones de dólares; en 2019 fue de 1.6 millones y de 1.3 millones en 2020. Un año después, en 2021, los gastos en repatriaciones superaron los 2.4 millones de dólares.
En ese contexto, la Real Fuerza de Defensa de las Bahamas sigue interceptando y llevando a sus centros de detención a centenares de balseros que como Rachel denuncian el hacinamiento, «hay muchas mujeres en una misma celda»; la insalubridad, «no pudimos lavar la ropa en casi 30 días, solo nos dieron la mitad de un jabón»; y los problemas con los alimentos, «no tienen control de los horarios, incluso se les olvidaba llevarnos comida».
«Me preocupa el destino de los cubanos que siguen llegando allí. La única forma de comunicación es mediante alguien que haya escondido un teléfono. Eso cuesta comida o dinero porque ningún oficial te da la oportunidad de llamar», revela Rachel. De vuelta en Cuba, las marcas en sus pies han comenzado a desaparecer. Pero las otras, mucho más profundas e imperceptibles, permanecen.
Cuarenta días en Bahamas
«En Bahamas vivimos un infierno. Fueron 40 días en prisión». Quien habla es uno de los cubanos retornados el 8 de febrero de 2023. Roilan Díaz estuvo detenido en el centro penitenciario de Fox Hill, donde asegura que atravesó «los momentos más difíciles» de su vida.
Sarna. Granos. Chinches. Restos putrefactos de comida. Ese es el primer panorama que evoca de la cárcel. «Teníamos que hacer las necesidades en tanquetas y en pomos», refiere Roilan, a pocos días de su regreso a Cuba. «La falta de higiene es tan grave que todos volvimos con mucha sarna».
Su testimonio coincide con las declaraciones de otros balseros deportados: algunos oficiales bahameños maltratan a los cubanos. «Es como si nos tuvieran asco. El día que nos llevaron para Inmigración a uno del grupo lo cogieron por el pulóver y lo levantaron en peso. Nosotros hicimos bulla para que lo soltaran», cuenta Roilan.
Recuerda especialmente lo que sucedió el 5 de enero de 2023. «Nos llevaron ante una jueza y nos condenaron a prisión, fue algo muy arbitrario. En la corte de Inmigración dejaron claro que, para evitar la sanción, cada uno debía pagar la multa de 300 dólares. Una estafa. Nadie aceptó, por eso nos mandaron a la cárcel de Fox Hill». Asegura que con él había 114 personas.
Los testimonios de Rachel y Roilan se interceptan en este punto. Durante su detención, ella escuchó que varios cubanos fueron enjuiciados a principios de enero. Había un rumor. «Un juez dijo que a partir del primero de enero de 2023 todos los balseros cubanos que llegaran a Bahamas cumplirían prisión en Fox Hill», comenta Rachel. Sin embargo, también advirtió que luego arribaron otros grupos que fueron devueltos rápidamente sin proceso de corte. Hasta el momento, no hemos podido verificar las supuestas afirmaciones del juez bahameño. Tampoco encontramos referencias oficiales que expliquen por qué algunos de los interceptados son llevados a juicio y a prisión, mientras otros son liberados sin que medien procesos similares.
Unos días después —el 13 de enero de 2023— varios medios reseñaron las declaraciones del ministro de Trabajo e Inmigración de Bahamas, Keith Richard Bell, sobre el comienzo de un proceso de modificación de la Ley de Inmigración para permitir la repatriación inmediata de personas interceptadas en el mar. Pero hasta la fecha no han trascendido otros detalles.
Las demoras en la repatriación y las dificultades para recabar información sobre los detenidos son algunos de los reclamos más frecuentes de los familiares de los balseros. A eso se suman los testimonios de los retornados sobre situaciones de abuso, incomunicación y violencia por parte de los oficiales de Inmigración.
«No nos devolvieron nuestras pertenencias. Se quedaron con todo lo que llevábamos: prendas, pasaportes, teléfonos móviles, dinero», precisa Roilan. «Lo más duro es la incertidumbre, el sentirnos abandonados y solos, porque no se permite ningún tipo de comunicación con los familiares. Ellos pensaban lo peor; sin embargo, estábamos vivos», afirma Roilan.
Según revela a elTOQUE, «uno de sus compañeros logró guardar 50 dólares americanos, a escondidas de los oficiales» y por eso pudieron comunicarse. Tuvieron que pagar a otro preso para tener acceso a un teléfono móvil y avisar a las familias. También aprovecharon esa oportunidad para dar a conocer las condiciones de vida en la cárcel.
«Hicimos fotos a las celdas, a todo el lugar. Enviamos esas imágenes a un amigo en Estados Unidos y las publicó en las redes sociales. Gracias a eso, una funcionaria del Consulado cubano visitó la prisión. Dijo que nos priorizaría para que saliéramos en el próximo vuelo. Y así fue».
Roilan considera que la denuncia, realizada desde Nassau, influyó en la liberación suya y de sus compañeros. «Si no se hubiera hecho ruido con las fotografías en las redes sociales, todavía estuviéramos encerrados y viviendo esos horrores», asegura el cubano retornado. «Fue un infierno, un infierno. Pero gracias a Dios estoy vivo. Hay otros que quedaron atrás. Ojalá se pudiera hacer algo por ellos».
Retornos, opacidades, ausencias
Rachel y Roilan regresaron a Cuba como parte de la «cuarta operación» realizada este año, desde Bahamas, por vía aérea. Fuentes oficiales precisaron que la lista de retornados asciende a 297. La «devolución más numerosa hasta el momento» tuvo lugar el 8 de febrero de 2023, según informó el Ministerio del Interior de Cuba (Minint).
La nota publicada por las autoridades cubanas advierte que, en los primeros dos meses de 2023, han sido devueltos al país más de 2.200 migrantes irregulares procedentes de México, Bahamas, Islas Caimán y Estados Unidos, a través de 33 operaciones de repatriación.
El 30 de enero de 2023, desde elTOQUE, se solicitó información a las autoridades migratorias de las Bahamas para conocer los listados oficiales de personas detenidas o, al menos, disponer de alguna alternativa confiable que permita su localización en el sistema de prisiones de las Bahamas. Todavía no se ha recibido respuesta.
En ese contexto, la incertidumbre para madres como Tatiana Gayoso y Dulce María Nápoles —con hijos balseros desaparecidos hace más de 2 años— se profundiza. La posibilidad de acceder a información verídica sobre el paradero de estos jóvenes cada día se vuelve más difusa. Pero no son las únicas personas que exigen ser escuchadas. Ellas integran un grupo de más de 300 familiares que solicitan ayuda para localizar a sus seres queridos.
En un reportaje anterior se alertó sobre la situación de tres balseros a los que les habían negado el retorno por «problemas con los papeles». Recientemente, se verificó que Yanier Pérez Hernández, Julio Gabriel Martínez Hernández y Reinier Martínez Bello se encuentran en Cuba. Lo más preocupante es que solo después de dar a conocer el hecho públicamente se pudo corregir la compleja situación en la que se encontraban.
En los próximos días se espera un nuevo vuelo de deportación. Algunas familias desean que finalmente ocurra el reencuentro, pero no todas lo creen posible. Recientemente, varias madres con hijos desaparecidos, hace al menos tres meses, se comunicaron con la Embajada de Cuba en Bahamas mediante el número de contacto que aparece en sus redes sociales. La respuesta que recibieron les sorprendió: «no aparecen en el sistema de detenidos». Mientras, las denuncias públicas se convierten, cada vez más, en una vía para enfrentar el silenciamiento de estos casos y la desidia de las autoridades que deberían acompañar activamente la búsqueda.
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