Al principio, cuando los diseñadores cubanos que hoy trabajan en la Feria Internacional de La Habana se propusieron entrar a ese circuito, llenaban una mochila con caladores, pegatinas y otras herramientas; se colaban en el recinto con alguna invitación conseguida y le preguntaban a todo el que podían si hacía falta un cartelito en su stand. “Pero ahora todo es diferente. Eso se ha convertido en un ambiente muy cerrado y competitivo”.
Así rememora Leo los tiempos en que comenzó, como parte de un grupo de jóvenes diseñadores, a establecerse dentro de ese circuito comercial. Trabajan juntos desde que se graduaron y hace más de cinco años han encontrado abundante demanda de servicios en los entretelones de la Feria.
“Hay muchos clientes que hace tiempo escogieron a sus diseñadores, y por lo general van creciendo juntos”, explica Leo. “Ahora ya algunos vienen con stands más grandes y los diseñadores son más especializados. Además, en muchos casos, estamos hablando de la ganancia del año”.
Sin embargo, Leo y su grupo de trabajo no tienen actualmente ningún mecanismo legal que ampare su actividad. “Eso de las cooperativas funciona para grupos privilegiados, porque nosotros como diseñadores de interiores no podemos”, dice mientras se cruza de brazos.
Lo que debe hacer entonces es cobrar por el trabajo conjunto de forma individual y a través de categorías formales que establece la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales, un intermediario obligatorio. Otro problema es que la mayoría de las veces esas categorías ni siquiera se acercan a las dinámicas reales de un diseñador joven en Cuba hoy.
La “representación” a través de la Asociación, encima, tiene un elevado costo. Los impuestos que les cobran son muy altos, cree Leo. “Tengo entendido que a partir de los 50 mil pesos cubanos de ingreso en un año (unos 2500 USD) tienes que pagar entre un 40 y un 50 por ciento al fisco. Es muy fuerte”, asegura.
El resultado es que se puede tener un stand que debería reportarle 19 mil dólares a los diseñadores, pero en la práctica los creadores solo cobran entre 800 y mil. “Eso es poco para las cantidades de dinero que se mueven aquí, pero sigue siendo una cifra a la que no renunciamos”.
Para el empresario cada metro cuadrado cuesta 100 cuc, y por ese rango andan las credenciales también. En La Habana un stand de 3 x 3 metros, que es pequeño, puede salir la semana completa en alrededor de 2500 dólares. Más todo lo demás que hay que pagar: equipos de refrigeración si se expone comida, electricidad, la cantidad de focos, conexión…
El presupuesto puede montarse, fácil, en los 10 mil cuc. Ahí no suman los salarios de los subcontratados (fotógrafos, azafatas, intérpretes, traductores, modelos…). Y todavía no se ha hablado del trabajo de diseño. A pesar de todo, esa cifra se puede hasta triplicar en cualquier otra feria del mundo, por lo que no parece un mal negocio estar en el mayor foro empresarial de esta zona geográfica.
“Este es un ambiente fuerte, y completamente competitivo”, continúa narrando Leo: “Aquí es muy común, y hasta sencillo rodearse de miserias humanas”. Por ejemplo, cierta vez, un hombre le sacó conversación y en un momento de entretenimiento le llevó la mitad del café que le quedaba en el vaso. En otra oportunidad una mujer le pidió que robara comida a sus propios clientes para ella “resolver”.
Pero “lo que menos me gusta aquí es la corrupción. Por ejemplo, estás pasado con el consumo pactado de energía eléctrica, y el día antes de la inauguración, a las 10:00 pm, pasa el técnico y te dice que solo la pone si le das 80 dólares. Puedes ir por el canal oficial a solicitarla, pero te va a coger una cola inmensa de gente que está en lo mismo que tú y que también está pujando por resolver. ¿Ves?”
“También este año la empresa estatal Palco dijo que los diseñadores que quisieran trabajar con un material llamado pladur sin contratar a su agencia, tendrían que pagar 250 cuc por metro cuadrado, así porque sí. No hay ninguna protección o amparo contra esos abusos”.
A pesar de los sinsabores y si la suerte le acompaña, el próximo año Leo regresará a la Feria. Quizás pueda diseñar un gran stand, y seguir creciendo, como lo hacen sus clientes.
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