Foto: Claudio Pelaez Sordo
Alquilar la “patente”, una salida ante el congelamiento de la reforma en Cuba
4 / agosto / 2017
Mi socio Raúl “mantiene” dos patentes: la de mecanógrafo y la de Reparador de equipos eléctricos y electrónicos; aunque solo ejerce la de mecanógrafo, que es la que te autoriza a montar un negocito de impresiones y fotocopias que dé, al menos, el pan nuestro de cada día.
La otra patente la mantiene siempre “limpia”: no reporta más que las cuotas tributarias mensuales, porque a finales de año siempre alguien que sí se dedica a la reparación de equipos y se ha pasado de los 50 000 pesos (2000 USD) de ingreso —a partir de los cuales la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) cobra la mitad por concepto de impuestos—, la necesita.
Ese alguien le “alquila” a Raúl su patente, para pagar menos. Bajo el nombre de Raúl se declara, por ejemplo, un jugoso contrato de decenas de miles de pesos con una empresa estatal, que no se cargará a las cuentas ya engordadas de ese “alguien” sabichoso. En lugar de pagar la mitad del contrato (como tributo de 50%) el arrendatario paga solo el 10% y una comisión generosa al alquilador de patentes.
Raúl le vio filón al negocio y comenzó sacando y alquilando patentes nuevas, a nombre de cualquier primo o socito, que no pagaban impuestos durante los famosos 3 primeros meses de gracia; pero los trámites se demoran mucho y no es bueno arriesgarse tanto.
Es, todavía, un negocio redondo para ambas partes, ganancia pura, un pedazo de pastel.
Aunque, éticamente, esté mal.
Sin embargo, la mesa está servida para este tipo de jugadas si las medidas que se tomaron recientemente, y que restringen “por el momento” la entrega de licencias para ejercer algunas actividades, entre ellas la de “reparalotodo” de equipos eléctricos y electrónicos, se extienden en el tiempo.
Debo confesar que ya me cansa la frase “botar el sofá”. Lo hemos hecho tantas veces, que ya tendremos que buscarnos otro mueble para tirar, porque los sofás se nos están agotando en casa. Y lo peor no es eso: lo peor es que siempre hay alguien debajo para recogerlo. Raúl y su “alguien” son de esos tipos.
La cantidad de clientes, tanto privados como estatales, que demandan servicios de reparación de equipos electrodomésticos, crece a diario, y prefieren el talento de un ingeniero en Telecomunicaciones arrepentido, o de un estudiante de la UCI en pleno apogeo de su creatividad para reconectar enlaces en motherboards, que las prestaciones de una empresa de servicios, morosa y destartalada.
El caso es que, al botar el famoso sofá (en este caso, “congelar” el otorgamiento de nuevas licencias por tiempo indefinido) siempre se genera un arroyuelo adyacente, que el cubano se inventa para sortear la carrera de obstáculos que se pinta en su día a día. El cubano no se va a morir de hambre, según su propia declaración de supervivencia. El cubano es “un bicho”, aunque yo no creo que haya nacido malo.
Es muy probable que la cantidad de gente que comenzará a trabajar “por la izquierda”, crezca, obviamente. Los que estaban destruyendo su portal para montar su cafetería, los que compraron herramientas, y los que invirtieron hasta en un martillo para poner herraduras, se quedaron con las ganas.
Y todo sabemos lo que significa “por el momento” en este país.
Escucho por la televisión que estas decisiones no implican, en ningún caso, “un retroceso en las políticas” que el país implementa para facilitar el trabajo por cuenta propia, pero la verdad es que los aspectos positivos de las medidas anunciadas podrían convertirse en un arma de doble filo inmediatamente. Siempre terminan pagando justos por pecadores, y la incompetencia de los organismos encargados de impartir orden y control a este tipo de actividades la terminaron pagando los que se quedaron disponibles hace unos años, o los que se cansaron de ganar trescientos pesos al mes.
Para mí, que terminé con cinco mis cuatro matemáticas superiores, no es fácil aprobar el examen que implica entender con claridad todos los mecanismos astronómicos y astrológicos que hoy son necesarios para mantener tu licencia al día. Imagínate para un herrero.
Pero ahora esa gente no tiene para dónde coger, porque una vez más, se ha optado por cortar la cabeza del mal por debajo de los hombros. Aunque esos cortadores se hayan encariñado tanto con la misma piedra; que les generará, a fuerza de “soluciones” como las de Raúl y su “alguien”, dos cabezas aún más difíciles de cortar.
Vea también:
comentarios
En este sitio moderamos los comentarios. Si quiere conocer más detalles, lea nuestra Política de Privacidad.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *
Lorenzo
machenko