Julio Idanio Torres Vaillant estaba dormido en uno de los asientos delanteros del ómnibus cuando su compañero de ruta cruzó una intersección en la que debía haber parado. El impacto con otra guagua que transitaba perpendicular los sacó de la carretera que cruza con la circunvalación norte, en Camagüey. La estructura de ambas guaguas se dobló y se estrujó como si fuera de papel. Eran las siete de la noche del 10 de enero de 2025. Julio falleció en el lugar; 61 personas sufrieron lesiones graves e intermedias. Otras tres murieron en los días sucesivos. 

Julio tenía 56 años. Nació en Guantánamo, pero unos meses más tarde su familia se trasladó a La Habana, donde vivió desde entonces. A los 16 años comenzó a trabajar de mecánico. Luego, optó por una plaza de chofer de ómnibus, la cual obtuvo sin problemas. Durante 35 años estuvo trasladando pasajeros en todas las rutas y hacia varios destinos de la isla.  

Al momento de fallecer, Julio era trabajador de la UEB Constructora del Minfar que pertenece a Matanzas, pero que radica en La Habana. Llevaba laborando allí tres meses y diez días. En la empresa, había asumido la «misión» de trasladar a varios constructores desde la capital hacia sus respectivas provincias en el oriente por el fin de año.

Como el trayecto era muy extenso, al ómnibus se le asignaron dos choferes. No hubo percances en la ida. Lamentablemente, al regreso, el cuerpo de Julio quedó mutilado.

La dirección de la UEB Constructora se comunicó al día siguiente del accidente (11 de enero de 2025) con Yanet Vaillant Machado y Noelys Y. Torres Vaillant, esposa e hija de Julio. Le informaron acerca de la muerte de Julio y le dijeron que, debido a las condiciones de los restos y «siguiendo las normas sanitarias», una institución que no identificaron había decidido sepultarlo en Camagüey. 

Foto: Leandro Pérez / Adelante.

A Yanet solo le facilitaron el número de la fosa y la fecha de exhumación de su esposo, pero no le precisaron cómo le harían llegar el certificado de defunción ni los datos exactos de la sepultura.

La familia de Julio, además de sumamente impactada y adolorida por el fallecimiento, está indignada. No entienden por qué no fue posible cremar los restos y entregarlos a su familia, la cual hubiera podido despedirlo en el lugar donde vivió. No entienden por qué la encomienda de averiguar los datos de la sepultura en el cementerio se lo dejaron a su esposa, quien llama a un número de teléfono, constantemente, pero nunca le responden.

No entienden por qué las autoridades no consultaron a la familia antes de ejecutar las medidas sanitarias; por qué no pensaron en el dolor de ellos ni en la afectación psicológica grave que ello conllevaría. 

No entienden cómo es posible que a la hora en que le comunicaron el fallecimiento de Julio ya se encontraba sepultado; están seguros de que la situación se manejó de manera irrespetuosa.

No entienden por qué nadie les ha podido orientar sobre lo que viene después. Julio dejó a una hija menor de edad que merece recibir algún tipo de pensión. Solicitan que la empresa de trasporte indemnice a la familia. 

«Los familiares de mi difunto esposo, incluyéndolo a él, son religiosos y esperamos sus cenizas para darle la despedida que él se merece como padre excepcional, buen esposo, buen hijo y un maravilloso ser humano», escribió Yanet.

Cinco accidentes masivos y 21 fallecidos en Cuba en enero de 2025

El factor humano se considera la principal causa de los accidentes en Cuba. Sin embargo, otros elementos como el estado de las vías y las señalizaciones no se tienen en cuenta en los informes oficiales.

El 6 de marzo de 2025, Noelys quiso que hiciéramos pública una queja que pretende entregar en la dirección municipal del PCC en La Lisa. En ese momento, nos dijo que no sabía aún dónde estaba su papá, que no había podido llevarle ni flores, que los habían tratado muy mal, que lo enterraron como si él no tuviera dolientes, como si fuera un perro, que Julio tiene familia y gente que lo ama.

Noelys está muy afectada, como es lógico. En Facebook buscó las imágenes del accidente, pero no tiene el valor de verlas otra vez, fue el peor error que cometió porque justamente vio a su «papito» y por detrás la guagua azul 4014 destrozada. 

«Pero lo que más me duele y me afecta es que mi padre, tan buen hombre que fue, no tuvo un entierro digno, ni aunque sea unas flores, y no encuentro respuesta, me dieron un número para llamar porque me iban a decir en qué tumba y número está, pero llamas y llamas y nadie contesta, es una injusticia», dice Noelys. 

La desidia de un país que sobrevive no debería cruzar las líneas que nos permiten seguir siendo humanos. El dolor de la pérdida imprevista de un padre y esposo no se supera, ni con el tiempo ni con el consuelo ni después del duelo. Añadir más sufrimiento es tan desesperanzador como injusto. Julio merece ser despedido por Yanet y Noelys y merece descansar en paz cerca de ellas. 

Solo en enero de 2025, ocurrieron cinco accidentes masivos en Cuba, con un saldo de 21 fallecidos. Julio es uno de ellos.