Desde niño, Roy Ponce sintió inclinaciones por los acordes y los ritmos: a los cuatro años comenzó a estudiar piano. A los 16 decidió producir su propia música de manera independiente, pues “no podía pagar 20 CUC por cada background a los dueños de estudios privados de grabación, que muchas veces no saben nada de música”.
Luego de varios tanteos iniciales, se sumó a un grupo llamado Tiro de Mente, con el cual obtuvo su condición de “artista profesional”.
Poco tiempo después se separó de la agrupación y probó suerte con otros artistas, hasta que un amigo residente en Las Vegas viajó a Cuba hace casi tres años, se interesó por su trabajo, grabaron un disco, se lo presentaron a unos empresarios extranjeros, y Roy firmó un contrato para efectuar una gira por México y Estados Unidos.
Y decidiste radicarte en Estados Unidos…
Sí, pero cuando la visa se me terminó tuve que enfrentarme a realidades muy duras.
¿Pensaste continuar trabajando como músico?
Yo llegué a ese país como músico y mi idea era continuar ese trabajo. Pero la música no me dio el resultado que yo esperaba en esos primeros momentos. Cuando mi visa se venció tuve que agenciármela como pude. Pero tenía que trabajar porque yo había dejado a mi familia en Cuba, a mi esposa, a mi hija… Tuve que limpiar pisos, fregar cocinas hirvientes, chapear jardines. Pero todo eso me reportó cosas buenas porque crecí como ser humano.
¿Alguien te ayudó?
Yo no conocía a nadie allá, pero fui creativo: comencé a usar las redes sociales, fundamentalmente Facebook, con el propósito de conocer a personas que se dedicaban a la música. Me presenté en muchos lugares, comencé a probar suerte, hasta que un día me respondieron de una emisora de radio. Tuve aceptación y comencé a potenciar mi música.
Conocí personalmente a William Adams, uno de los miembros de la agrupación The Black Eyed Peas. Fue un encuentro muy emocionante porque toqué la guitarra, cantamos juntos, él en inglés y yo en español. Me pidió, inclusive, que cantara la Guantanamera. A él le gustó mucho mi trabajo y me preguntaba constantemente por Cuba, por la realidad de mi país. Al final del encuentro me dijo que me ayudaría en mi carrera.
En enero de este año regresé a Cuba para tantear la posibilidad de continuar mi carrera aquí. Este es mi país y yo me siento 100% cubano. Aquí es donde está mi inspiración. Un artista que no es reconocido en su tierra no va a ser reconocido en ningún otro lugar. Vine a trabajar en serio, a trazarme una estrategia de creación bien pensada. Durante este tiempo he hecho varios videos exitosos, como Ese tatuaje o Me gustó, aunque en esta primera fase estoy más enfocado en la promoción de mi obra.
Yo intento reflejar mi cubanía en todo momento. Quiero que se vea La Habana, que se vea Cuba. No quiero parecer de otro país ni mostrar tanto glamour. Yo me considero un músico del género urbano, aunque trato de que mis temas sean románticos o bailables. Mezclo ritmos cubanos con estilos norteamericanos como el R&B. Mis videos han tenido bastante aceptación y mi trabajo se refleja mucho en el “paquete semanal”.
¿Crees que hubieras podido hacer este trabajo si hubieras permanecido en Cuba?
No creo que yo esté logrando hacer todo esto en Cuba porque me haya ido para Estados Unidos. Las cosas cuando van a pasar, pasan.
No obstante, hay que ser realistas: en la música hay que tener presupuesto para triunfar profesionalmente. Tú puedes tener mucho talento, pero si no tienes dinero no vas a avanzar. Yo puedo costearme mi trabajo y me enorgullezco de eso, pero he trabajado muy fuertemente para lograrlo. En Cuba es muy complicado que alguien invierta en tu carrera, eso no existe aquí, tienes que tener mucha suerte para que eso suceda. Es como sacarse la lotería.
Yo sé lo que es ser un artista y no poder trascender por falta de apoyo económico. En Cuba hay un talento descomunal y el mundo no ha puesto los ojos en este país como debería.
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