Texto y fotos: Sadiel Mederos.
Parrandas de Remedios: el desgaste de un Patrimonio de la Humanidad
23 / diciembre / 2022
Roberto cree que es el fin de las Parrandas de Remedios en su formato tradicional. No de las parrandas en sí, aunque se persigna... No sabe de qué en específico, ni cómo llegará, pero está convencido de que no hay marcha atrás a un proceso de desgaste de los barrios organizadores e inacción del Gobierno. «Habíamos manejado (y hasta esquivado) la escasez, pero nunca la inexistencia de recursos y la imposibilidad de evolucionar».
Según cuenta, en octubre de este año ocurrió una reunión en la asamblea municipal con varios artesanos de las parrandas y agentes de la Seguridad del Estado. El Presidente de la Asamblea Municipal en Remedios, Lázaro Eduardo Ochoa Waterman, informó que tenían planes para enfrentar posibles protestas populares debido a la previsible baja calidad de esas fiestas populares.
En la cita no quedó esclarecida una hoja de ruta ni estrategias alternativas para reunir los fondos necesarios que garanticen la calidad de las parrandas. Pero tal vez por la experiencia como fiscal de Ochoa Waterman, quedó bien clara la advertencia (o la amenaza) en caso de protestar al respecto.
«Los presidentes del Gobierno municipal van y vienen según la calidad de las parrandas, y ya este no fue reelecto en su circunscripción. Es difícil saber hasta qué punto se esforzará por una parranda que no le puede afectar más», duda Roberto. «Al menos eso podemos elegir en las votaciones».
Las parrandas de Remedios, donde los barrios San Salvador y El Carmen se enfrentan artísticamente cada 24 de diciembre, se sustentan en un entramado logístico y económico que depende en su mayoría de la gestión y financiamiento gubernamental, para lo cual no existen alternativas hoy.
Roberto, que conoce de cerca estos asuntos, calcula que el Gobierno cubano sustenta las parrandas con cuantías más o menos variables: el 50 % del presupuesto es aportado por la provincia, un 25 por el Ministerio de Cultura y un 25 por el municipio, aunque tanto los barrios El Carmen como San Salvador reciben donaciones de sus admiradores e integrantes emigrados.
Roberto opina que, al redistribuir de esta manera las responsabilidades económicas y administrativas, siempre existe un «chivo expiatorio» a quien culpar en los casos de mala ejecución. Y ese culpable tiende a estar en la parte más baja de la cadena de mando.
Roberto nació en Remedios y desde pequeño ayudó o trabajó para que su barrio fuera ganador en todos los aspectos que conforman el proceso de las parrandas: la reunión de fondos, transporte, lanzamiento de los fuegos artificiales, confección del vestuario, construcción de las carrozas y trabajos de plaza.
«No creo que sea difícil de entender el sentido de pertenencia o identidad que sienten quienes nacen en Remedios o de quienes participan una vez o regularmente en las parrandas», dice. «Las diferencias sociales de una Cuba sostenida por sus emigrados se notan cuando algún barrio destaca sobre otro en la cantidad de fuego, el trabajo de plaza o la carroza gracias a las donaciones recibidas desde el extranjero».
DECONSTRUCCIÓN DE UNA PARRANDA
Aunque las justificaciones citadas por el presidente municipal en la reunión de octubre pudieran ser ciertas (inflación interna y externa, disminución de la entrada de divisas al país, impacto de la pandemia por la COVID-19), nada explica la casi inacción gubernamental ante unas fiestas declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Antes de la Tarea Ordenamiento iniciada en 2021, «se podía hacer una buena parranda con tres o cuatro millones de pesos y se priorizaba la recaudación de fondos en CUC porque solo así se compraba la pirotecnia», estima Roberto según sus años de experiencia.
«Era difícil saber cuánto costaba una parranda cada año. Probablemente ni ellos mismos [los funcionarios] lo sepan porque además de los pesos cubanos tradicionales, había CUC con hasta tres conversiones diferentes».
Los barrios contendientes de Remedios, El Carmen y San Salvador, funcionan como entidades presupuestadas, aunque tienen un reducido margen de autogestión. Partes de los trabajos de plaza, las carrozas y el vestuario usado, se vende o alquila a los Carnavales de La Habana. Ese dinero se reaprovecha en parrandas siguientes.
La reforma macroeconómica, ejecutada en plena pandemia por la COVID-19, aumentó la inflación en Cuba a niveles no planificados.
«Hacer una parranda en Remedios supone ahora reunir alrededor de 22 millones de pesos, según cálculos gubernamentales realizados al inicio de la Tarea Ordenamiento», explica Roberto.
La inflación en Cuba ronda el 40% según cifras oficiales, aunque economistas como Pedro Monreal, Omar Everleny y Pavel Vidal consideran muy superior la inflación real, en el orden de las tres cifras.
Roberto cuenta que el Gobierno entregó 350 mil pesos a cada barrio en octubre para que comenzaran sus trabajos. Hace unos 15 días liberó un millón 250 mil CUP para cada barrio de Zulueta y dos millones 250 mil a cada barrio de Remedios. No habrá más dinero; 5,2 millones de CUP deberán bastar.
A este problema debe sumarse que en 2019 se celebraron las últimas parrandas remedianas. Por ello, los recursos creados en otras ediciones se han deteriorado o los que estaban disponibles en el mercado nacional han desaparecido. Además el Carnaval de La Habana apenas contrató servicios este año. Los barrios no tienen dinero para pagar a los pocos artistas que se sumaron a las labores de ensamblaje para las parrandas de 2022.
«El gran problema es que, si vamos a ser justos, el dinero destinado a las parrandas de Remedios no regresa; más bien, literalmente se quema», reconoce Roberto.
CÁLCULOS DE UNA PARRANDA
Antes de la Tarea Ordenamiento un petardo pirotécnico sencillo costaba unos 17 pesos, ahora anda por los 89, más de cinco veces su precio inicial.
Una sola «tirada» de fuegos artificiales puede tener unos dos mil petardos, y no todos son del mismo tipo. Entre el 24 y el 25 de diciembre hay al menos ocho momentos de fuego obligado para cada barrio, lo que en cifras mínimas implica que se «quemarían» casi tres millones de CUP en 24 horas.
La última ráfaga de fuegos artificiales de las 6:00 a. m. suele durar más de cuatro veces el tiempo de las anteriores y con mayor intensidad, lo que fácilmente acerca la cifra a los cuatro o cinco millones de CUP.
La madera especial de las estructuras, los clavos y otras partes esenciales apenas se pueden recuperar, además del cableado y entre un 10 y un 30 % de las luminarias. El presupuesto debe incluir además gastos de mano de obra especializada, transporte, ensamblaje y electricidad, esta última un recurso caro y en el centro de una crisis nacional.
«Solo en mi barrio han emigrado más de 80 personas que trabajaban o ayudaban directamente en las parrandas. Todo el que puede se va de Cuba. No se forma tan fácil ni tan rápido un artista o a un técnico que sepa crear los tradicionales efectos lumínicos de los trabajos de plaza», reflexiona Roberto.
Hace varios meses el Gobierno municipal presiona a los barrios organizadores de las parrandas en Remedios para que se conviertan en mipymes y así disminuir la contribución económica estatal.
«La idea no sería desacertada si nos permitieran una mayor autogestión y otras opciones de financiación», considera Roberto.
«Los barrios no han aceptado porque saben que, bajo las condiciones actuales, ese sería el fin de las parrandas como las conocemos».
San Juan de los Remedios es un municipio del norte de Villa Clara que, con menos de 43 mil personas, realiza las parrandas más antiguas de Cuba (junto a las Charangas de Bejucal, en las primeras décadas del siglo XIX), las fiestas populares que más logística mueven en comparación con su densidad poblacional, y declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2018, por la Unesco.
Hasta el momento de esta publicación, ambos barrios remedianos habían logrado adelantar sus trabajos, a pesar de la llegada tardía de algunos recursos imprescindibles y, aunque sencillos, sus carrozas y trabajos de plaza saldrán para mantener la tradición.
«Para que el país vea que Remedios nunca va a traicionar las tradiciones nacionales, con recursos o sin recursos», dijo Chirino, uno de los jefes del barrio El Carmen al canal local.
Este 24 de diciembre solo los remedianos podrán juzgar por sí mismos.
*** Roberto es un pseudónimo usado para evitar represalias en contra de la fuente y no aparece en ninguna foto.
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