Los recientes acontecimientos en Finlandia han levantado el debate sobre la naturalización de la violencia sexual. Los cinco voleibolistas cubanos sentenciados por violación de una mujer finlandesa, nos motivan examinar a profundidad lo que en Cuba se considera permitido atendiendo a tradiciones y costumbres.
Primero, tendríamos que partir de señalar que en la isla el “macho conquistador” sigue vigente en el imaginario popular. El número de parejas sexo-amorosas que tiene un hombre es contabilizado como trofeos y desde pequeño se entrena a los chicos para conquistar dichos premios. Ser hombre “jeboso” sigue siendo la meta de muchos. Ante esa realidad, un “no quiero”, “no me interesas” o simplemente un “no”, puede resultar una afrenta a la masculinidad.
Siguiendo esta línea de pensamiento, la mujer que no se deja seducir, en el momento que el hombre logra percatarse de que no es posible (algunos nunca logran darse cuenta de ello), recibe entonces mucha más agresividad en tanto se les cuestiona desde su orientación sexual hasta su capacidad orgásmica. Y ella solo dijo NO.
“La sociedad educa a los machos humanos para la conquista y a las hembras para dejarse seducir”
La sociedad educa a los machos humanos para la conquista y a las hembras para dejarse seducir
El presente debate ha revelado además la necesidad de replantearnos el programa nacional de educación sexual. Tendría que ir más allá de la prevención de las ITS y la eliminación de la homofobia, para concentrarse en la relación de poder que significa establecer una relación sexoerótica. Además de buscar cómo chicos y chicas, mujeres y hombres, podrían solventar las consecuencias dañinas de relaciones inequitativas.
Otros de los elementos ampliamente discutidos en las redes es la supuesta culpabilidad que tiene una mujer al ser violada. Esto se fundamenta en la creencia de que nosotras estimulamos el instinto sexual de los hombres, cuando usamos determinadas prendas de vestir o en dependencia de nuestra conducta. Dichos argumentos, todos, intentan diluir la responsabilidad real ante la violencia sexual, la que corresponde enteramente al hombre y generan una confusión entre quién es la víctima y quién el victimario.
Por otra parte, hay otros epítetos más sutiles y engañosos que también nos están proponiendo la supuesta culpabilidad de la mujer al ser violadas, y que se manifiestan al calificarla como “arriesgada”, “ilusa”, “ingenua”. En mi opinión es muy revelador, al tiempo que impactante, leer comentarios donde se cuestiona el hecho de no haber anticipado que iba a ser violada o haberse atrevido a subir a una habitación con seis hombres.
Lamentablemente en la cultura patriarcal las mujeres crecemos con el fantasma de la violación. Desde pequeñas se nos intenta enseñar a “controlar” todas aquellas conductas que podrían exacerbar el deseo en un hombre, cierra las piernas, bajate la saya, no andes sin blusa, no te sientes encima de varones, en vez de enseñarles a estos a establecer relaciones respetuosas, saludables, equitativas, de consideración, etc.
Sobre el asunto de que los machos no se pueden “aguantar” y por eso prefieren violar a una mujer que pararse en seco, tendría que decir que las maneras de relacionarse sexo-eróticamente son aprendidas culturalmente. De manera que los instintos no están en la base de las conductas de los seres humanos. La sociedad educa a los machos humanos para la conquista y a las hembras para dejarse seducir. Es por ello la necesidad imperiosa de educación sexual que ponga énfasis, en la consideración de las motivaciones de la mujer, y en el respeto absoluto de sus decisiones.
En el caso del acoso y de la violencia sexual considero que como sociedad nos tendríamos que replantear la naturalización que hacemos de estos, al justificar estas conductas a partir de las costumbres, la cubanía y hasta el clima tropical.
Hace unos días Alemania endureció las sanciones a los hombres que comentan un delito sexual, al considerar que ya la mujer víctima no tiene que defenderse para que el episodio sea considerado como violencia sexual; en su lugar es suficiente decir NO.
En Cuba nos queda mucho trabajo educativo por hacer, aún dentro de los círculos de juristas. La sociedad necesita que enfrentemos estos asuntos con la profundidad que ellos demandan. Ahora fue en Finlandia, pero quién sabe cuántas de nuestras mujeres han sido violentadas en nombre de un falso sentido de la cubanía.
comentarios
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Heriberto
Este trabajo tiene partes bien locas
Jesse Diaz