Foto: tomada de Facebook.
La cubana Olivia Soler, primera tresera en la historia de Berklee (+ Narración)
7 / septiembre / 2023
Olivia aterrizó en Estados Unidos cuando agosto finalizaba. Su hermosura y su pelo encaracolado me recuerdan a Ricitos o a esas ilustraciones de Nené en La edad de oro. «¡Quién sabe si hay una niña que se parezca a [Olivia]!».
Llegó a Boston para estudiar en el Berklee College of Music. Es la primera tresera en los 78 años de historia de uno de los colegios más prestigiosos del mundo. Tiene 21 años. Es cubana. De El Cano, La Lisa.
Olivia fue aceptada en Berklee en septiembre de 2022. Debió comenzar el curso en mayo del siguiente año, pero la beca que le ofrecía la escuela no cubría la totalidad de la colegiatura. «Yo no tenía de dónde sacar la otra mitad», me dijo Olivia. Pidió, entonces, una extensión en el plazo de inicio de clases y decidió solicitar las becas que otorga la Latin Grammy Cultural Foundation.
En junio recibió una llamada. Había ganado, junto a otros dos músicos (uno brasileño y otro uruguayo), la Beca Talento para Matrícula (Gifted Tuition Scholarship) —dotada con 100 000 dólares—, la cual le permitía cursar su licenciatura en música en Berklee. Ese día lloró frente a la pantalla, se colocaba las manos en el rostro y se le notaba la explosión —mezcla de dicha y delirio— de quien recibe la noticia que tuerce la simetría de lo cotidiano. «Yo no podía ni hablar, ganar viviendo en Cuba es muy duro».
La candidez y dulzura de Olivia Soler Espinosa pueden reconocerse, primero, en sus fotos. Una mirada limpia y sincera. Si la observas tocar el tres verás que desprende igual magia y virtuosismo. Poco se puede hacer cuando se tiene delante a una chica con su talento.
El viaje físico hasta Estados Unidos no fue sencillo. Al no poder tramitar en La Habana su visa de estudiante, tuvo que realizar el proceso migratorio en Guyana, desde donde voló a EE. UU. En Boston, por suerte, tenía amigos que hicieron de su arribo un espacio familiar, de colaboración y aprendizaje. La primera semana de Olivia en Berklee ha asistido de orientación. Los años que le esperan serán, posiblemente, de los mejores de su carrera personal y musical.
«La escuela es un sueño. Todo esto es un sueño».
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Muy pequeña, Olivia comenzó a bailar flamenco. Cuatro años estuvo formándose, pero, dice: «yo sentía que me gustaba más lo que estaba oyendo que bailar». Tendría entonces 9 o 10 años cuando aprendió a colocar los primeros acordes en la guitarra. Asistía a Vocal Clave de Sol, un proyecto comunitario en su barrio. Pero llegó un momento en el que el espacio no era suficiente y ella estaba tan deslumbrada con su instrumento que le parecía desleal ser solamente aficionada.
Aun cuando había rebasado la edad para iniciar los estudios de música, se preparó en solfeo, piano, teoría, guitarra clásica e hizo la prueba de concurso para entrar en el Conservatorio «Alejandro García Caturla». Al entrar en octavo grado tuvo que suplir todo lo que hasta el momento no había hecho.
«Fue muy duro porque tuve que hacer en un año tres cursos escolares. Fue una locura. Todos los días, cuando regresaba de las clases, seguía estudiando. No tenía tiempo para nada».
La pasión por el tres le llegó casi por azar, si algo así es posible. Cuando estudiaba en el conservatorio, Olivia fue invitada a tocar guitarra en una peña de Efraín Amador. «Yo conocía el tres, pero nunca lo había visto delante de mí, en una presentación, tan detalladamente. Allí se me iluminó todo y recuerdo que dije: "yo quiero estudiar eso". Hoy me gusta la guitarra, pero el tres me apasiona».
«El tres es un instrumento muy versátil. Lo mismo puede tocar con una sinfónica o en un concierto clásico, música brasileña, son, música campesina cubana. Muchas veces la gente no lo percibe, pero eso fue lo que me enamoró a mí, la posibilidad que tenía de estar en todos lados y de poder hacer cualquier cosa».
Dos años más tarde, Olivia realizó su pase de nivel para la enseñanza preuniversitaria. Entró en la Escuela Nacional de Arte (ENA) y decidió estudiar doble carrera (guitarra y tres) bajo la tutela de Pancho Rodríguez, Guajiro Miranda y Efraín Amador. Cuando obtuvo matrícula en el Instituto Superior de Arte (ISA) no estaba permitida la titulación en dos instrumentos, por lo que se decantó por el tres. Olivia terminó su primer año de licenciatura. Entonces la aceptaron en Berklee.
Pidió licencia para poner en pausa sus estudios en el ISA, pero nunca le respondieron. Entonces lo dejó. «Aquí tengo muchas más opciones —me dice Olivia— porque puedo hacer una licenciatura en Performance (que es de lo que te gradúas del ISA, como instrumentista), pero también en producción musical, arreglos, composición, música para películas, dirección orquestal...».
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Olivia es la primera en su familia que estudia y se dedica a la música. «Mi mamá me ponía mucha música desde pequeña, incluso cuando estaba embarazada me ponía el Concierto de Aranjuez. Ella dice que esa fue mi influencia».
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Para aplicar a Berklee, estuvo estudiando poco más de un año. Su familia y sus amigos la ayudaron en cada paso. Ninguno de los procesos de aplicación fue sencillo de realizar desde Cuba. Si no hubiera sido por su amigo Jovann Silva no lo hubiera conseguido. No le abrían los sitios web ni con VPN. No podía iniciar sesión para seguir su proceso. No podía hacer los pagos de la aplicación con facilidad. «Todo fue con tremendo sacrificio —enfatiza—, pero se logró». Olivia tuvo, además, que audicionar vía Zoom. Tuvo que llevar una pieza preparada para tocar, pero también le hicieron otras pruebas de música, de teoría, presentó su nivel de inglés y la entrevistaron para conocer sus aspiraciones y metas como músico.
Entre la documentación que debía enviar para la solicitud de la beca de Latin Grammy Cultural Foundation se encontraban dos videos, en los que ella debía figurar como músico principal (una pieza debía ser en tempo rápido y otra en tempo lento). Además, incluía dos ensayos y dos cartas de recomendación. Las dos piezas que Olivia tocó fueron «Convergencia» e «Influencias», junto a profesores y amigos —Guajiro Miranda (guitarra), Roldán Carballoso (laúd) y Fabio Rivera (percusión)—.
Este 2023, otros cubanos que vivían fuera de la isla ganaron la Tuition Assitance Scholarship de la Latin Grammy Cultural Foundation para estudiar en Berklee —dotada con 10 000 dólares—: Yandy García-Palacio (baterista), María Medina Almaguer (pianista) y Rafael Ernesto Nocedo (pianista). Mario Salvador, tresero, también comenzó en mayo de 2023 sus estudios en Berklee.
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En Cuba Olivia tuvo muchísimas colaboraciones. Su primera grabación profesional fue con Haydée Milanés y Miriam Ramos. Tocó en el último disco de Interactivo, grabó un tema con William Vivanco, y ha participado en videoclips con Cimafunk, Leoni Torres, Adalberto Álvarez, El Niño y la Verdad, Socorro Lira, Pablo Menéndez y Mezcla, El Micha y Yulién Oviedo, y Linye.
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En pocos días, Olivia hará una audición para que la ubiquen dentro de las dinámicas de Berklee. Durante el primer semestre tendrá asignaturas comunes con el resto de sus compañeros y deberá tomar clases de inglés, de teoría musical y tocará en un ensemble. A partir del segundo semestre podrá elegir su major —la especialidad en la que desee enfocar su licenciatura— y las clases a las que asistirá.
«¡Tremenda alegría poder llevar el tres a una escuela tan reconocida y que la gente empiece a conocer el tres cubano!», dice Olivia en varias ocasiones durante la conversación.
Su felicidad, por supuesto, es incontenible y lógica. Olivia se ha convertido en la primera mujer en Berklee que toca el tres; ha superado todo obstáculo tecnológico y logístico para solicitar desde Cuba dos programas de excelencia; a golpe de talento y consistencia ha ganado un puesto en una de las mejores universidades del mundo para estudiar música y una beca talento que le cubre sus estudios. ¿Qué más?
Tengamos presente su nombre, Olivia Soler Espinosa, y corramos a escucharla siempre que rasgue las cuerdas del tres.
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