Solo el 61.2 % de la población cubana dispone de servicios de suministro de agua potable «gestionados sin riesgo», según datos presentados a inicios de febrero de 2025 en el balance anual de Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH). Esto significa que casi cuatro de cada diez cubanos no tienen garantizado el acceso a agua segura para el consumo en 2025.
El término «gestión sin riesgo» supone que los sistemas de abastecimiento de agua cumplen con ciertos criterios de calidad, disponibilidad y seguridad. En otras palabras, que es tratada adecuadamente, está libre de contaminación, es accesible en las viviendas o muy cerca de ellas, y está disponible cuando se necesita. Algo que no se puede garantizar todavía en muchos territorios del país.
De hecho, mientras los directivos y funcionarios del sector reconocían los resultados del año anterior, en Cárdenas, Matanzas, se denunciaba que algunos vecinos llevaban varios días recibiendo agua contaminada por las redes.
Los problemas del agua en Cuba no se deben a la falta de este recurso ―aunque hay territorios donde existe riesgo de sequía― o a dificultades con su almacenamiento. La forma en que se distribuye y las prioridades inversionistas del sector solucionan solo una parte de los problemas actuales.
¿Cuánta agua hay disponible en el país?
En 2024 se puede decir que llovió. Aunque no en todas las regiones por igual, las precipitaciones acumuladas alcanzaron el 97 % de la media histórica nacional. La zona central fue la de más bajo registro, con el 90 % de su media anual.
Sin embargo, según el INRH, 80 municipios del país presentan algún grado de sequía hidrológica. De estos, 34 sufren sequía extrema, concentrados 17 de ellos en las zonas comprendidas entre Yaguajay (Sancti Spíritus) y Jobabo (Las Tunas). Otros 33 municipios están en situación de sequía incipiente.
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Precipitaciones enero-diciembre de 2024, INRH
Cuba tiene uno de los mayores sistemas de embalses de América Latina. Según explica una publicación de marzo de 2024 de Cuba Siglo 21, eso significa que entre el volumen de escurrimiento por precipitaciones (32 200 millones de metros cúbicos) y el agua contenida en los embalses (9 128 millones de metros cúbicos) la capacidad de almacenamiento del país equivale «al volumen de una piscina olímpica por cada tres cubanos».
A inicios de 2025, las presas cubanas almacenaban 5 772 hectómetros cúbicos de agua, lo que representa el 63 % de su capacidad total. Mientras, diez embalses se encuentran en «volumen muerto», es decir, por debajo del nivel mínimo para su aprovechamiento. De los 98 acuíferos monitoreados por el INRH, solo 15 presentan un estado desfavorable o crítico.
Esto lleva a una conclusión que parece obvia: aunque la disponibilidad de agua en el país no es mala, el uso moderado es importante. Sin embargo, eso no garantiza que siempre llegue a quienes la necesitan.
¿Cuáles son los principales problemas que reconocen las autoridades?
En muchas comunidades, el agua llega solo unas pocas horas al día o incluso una vez por semana. Miles de familias, especialmente rurales y periurbanas, dependen de pipas o tienen que acarrear agua desde fuentes lejanas para satisfacer sus necesidades básicas. Las autoridades reconocen que «más de 600 000 personas reciben el servicio por tiro de agua en pipas y permanente y 1 483 336 por fácil acceso».
Según el informe, solo el 83.9 % de la población recibe el servicio a través de empresas públicas de Agua y Saneamiento. Esto implica que más de 1.8 millones de cubanos dependen de otras formas de abastecimiento.
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Proporción de agua servida por la empresa de agua y saneamiento, 2025, INRH
La situación con el acceso al agua es particularmente grave en Las Tunas; y en Granma, Camagüey, Sancti Spirítus, Cienfuegos, Villa Clara y Pinar del Río la cobertura de agua potable es aún más baja que el promedio nacional. Provincias que en algunos casos no coinciden con las zonas de mayor sequía.
Por otra parte, la falta de mantenimiento de las redes de distribución provoca que se pierda hasta un 50 % del agua por fugas y roturas, según estimaciones de expertos.
A la escasez se suma el problema de la contaminación. Muchas fuentes de agua están afectadas por vertidos industriales, agrícolas o domésticos sin tratar adecuadamente. Los datos, presentados por las autoridades de forma positiva, muestran una realidad preocupante: «la proporción de agua residual tratada de forma segura a nivel nacional alcanza el 51.6 %, influenciado por el predominio de las fosas sépticas» de lo que se infiere que la cantidad restante ―casi la mitad― no recibe tratamiento. En particular, del agua residual no urbana, o sea, la que desecha de procesos industriales o de otras actividades; solo el 32 % se trata. Además, el informe del INRH reconoce que «solo el 17.4 % de las fuentes contaminantes de las aguas terrestres del país cumplen la normativa de vertimiento vigente».
Un tema que el INRH no tiene previsto resolver.
¿A qué dedicaron los recursos en 2024?
Entre las inversiones para mejorar el abastecimiento de agua en 2024 se realizaron obras de conductoras y estaciones de bombeo en Artemisa, Matanzas, Villa Clara, Camagüey, Holguín, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo. Además de la rehabilitación de 241 km de redes de abastecimiento y la instalación de bombas solares, según informaron las autoridades.
Sin embargo, estas intervenciones parecen insuficientes ante la magnitud del problema. El propio informe reconoce que solo se ejecutó el 45.2 % del volumen de asistencia oficial para el desarrollo (procedente de la cooperación internacional) destinada al sector agua y saneamiento.
Expertos consultados por Cuba Siglo 21 estiman que se requeriría una inversión de al menos 3 000 millones de dólares para modernizar la infraestructura hidráulica del país. Una cifra superior a los montos que actualmente se destinan al sector.
Entre los programas «priorizados» del INRH a los que se destinaron importantes sumas de dinero se encuentran: la atención a barrios vulnerables, en especial en la capital ―una de las banderas discursivas del Gobierno de Díaz-Canel―, acciones para mitigar la sequía, las grandes obras de los trasvases Este-Oeste y Norte-Sur, el turismo, el plan Turquino y solucionar los daños ocasionados por los huracanes y los sismos de los últimos meses del año (algo que todavía no se ha conseguido).
Solo para garantizar la infraestructura al turismo, la cantidad de dinero disponible en 2025 asciende a 661 millones de pesos; mientras que para mitigar la sequía y eliminar el abasto por pipa, juntos, se dispone de 466 millones de pesos.
Más allá de las inversiones en infraestructura, se necesitan cambios en la gestión y distribución del agua. La prioridad debería ser garantizar el acceso al agua potable, un derecho reconocido en el artículo 76 de la Constitución de 2019, para todas las personas que hoy no lo tienen.
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