La bloguera más anciana de Cuba ha fallecido y las redes sociales se inundan con mensajes de duelo. Un post para esta amiga que hablaba el idioma bloguero
Esto no es un epitafio ni una despedida. Tengo un amigo, que no soy yo, que es otra persona. Ayer le dieron una noticia terrible que asumió con ensayada parsimonia frente a las personas, que no le impidió seguir haciendo su trabajo y luego irse a cenar sin pensarlo demasiado. Entonces, entre la cena y el postre en un lugar público le llegaron las lágrimas, de sorpresa. Triste sería que no llegaran nunca.
Y es que ha muerto Rosa Cristina Baez. Se lleva su sonrisa y nos deja una lista de pendientes para todos los que quedamos en deuda con ella. Ha muerto la bloguera más anciana de Cuba. Minutos después de saberse la noticia el Facebook se inundó de mensajes y comentarios. Cristina, La Polilla Cubana, ha logrado algo difícil: que quienes la querían bien y quienes no, le digan adiós con amor y respeto. Muchos de nosotros no llegaremos a tanto, no ocuparemos tantos compartidos ni menciones en redes sociales. No mojaremos mejillas voluntaria ni involuntariamente.
Ahora no puedo quitarme de la cabeza que no fui a verla a casa. Que en su último post de Facebook hice el hercúleo ejercicio de darle un like al comentario donde decía que no estaba bien. Yo que doy likes a las cosas más estúpidas. Que no le escribí ni siquiera un mensaje para saber más de su salud, siempre creyendo que podría hacerlo mañana. Y no voy a poder estar presente cuando sus amigos la despidan. Como amigo soy una mierda, pero la Polilla me profesaba una confianza y un cariño gratuitos.
Conocí a Rosa hace tanto que no me acuerdo. No voy a reescribir la historia diciendo que siempre coincidimos pero sí compartimos las mismas esencias. La voy a extrañar contándome su tanda de ejercicios diarios, los aterrizajes forzosos, sus chistes en privado. Atesoro la parte de su personalidad que no era políticamente correcta y me hacía comentarios graciosos sobre los ilustres de apellido.
Le decía Cristi y le gustaba, me decía su chiquito y me gustaba a mí
Su última despedida decía que tenía ganas de darme un abrazote, y no entendí lo que quería decir. Ayer cuando recibí la noticia estaba frente a un auditorio a punto de hablar sobre Cuba, sí, era yo. Me tocó seguir en piloto automático, poner cara de banquero y hablar de política mientras pensaba en ella. Creo que le hubieran gustado las cosas que dije, pero ya no puedo contarle. Y no sé qué hacer ahora con su perfil en Facebook, a dónde escribirle y saludarla.
Nuestra Rosa era especial para nosotros. Como la del Principito, esta nos había domesticado y ahora el planeta se siente un poco más vacío sin ella. Un beso para ti Cristi, donde sea que estés, nos volveremos a ver.
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Anita