Diseño de portada: Kyn Torres.
¿Por qué necesitamos acompañamiento feminista para acceder a la justicia?
26 / julio / 2022
Activistas de la Plataforma de Apoyo a Personas Afectadas por la Violencia de Género Yo Sí Te Creo en Cuba (YSTC) conversan, vía virtual, con elTOQUE sobre acompañamiento y justicia feminista, a propósito de las denuncias por abuso sexual contra el trovador Fernando Bécquer.
YSTC es la única de su tipo en el país y fue creada tras el testimonio de Dianelys Alfonso, cantante conocida como la Diosa de Cuba, en 2019.
¿Por qué es necesario el acompañamiento a las víctimas en el proceso de denuncia y posterior?
YSTC: El acompañamiento a las víctimas en el proceso de denuncia y a lo largo de la etapa de búsqueda de justicia y reparación integral es una acción clave dentro de protocolos de atención a personas afectadas por la violencia de género.
Dado que las barreras estructurales de acceso a la justicia y reparación existen en muchos países todavía, aunque de manera distinta, el acompañamiento viene a tener una función doblemente valiosa. Por un lado, aminorar la soledad y el sentimiento de desamparo que puede sentir la víctima en un momento, por lo general, de múltiples inseguridades, miedos y otros efectos paralizantes y angustiosos. Por otra parte, ayuda a prevenir futuros episodios de victimización o al menos brinda a la víctima recursos para afrontar de una forma más favorable y menos solitaria el período adverso.
Nosotras desde la plataforma Yo sí te creo en Cuba, brindamos un acompañamiento feminista o con perspectiva de género que facilita una mirada menos sesgada y más contextualizada, a partir de documentarnos teórica y empíricamente mediante prácticas comunitarias, esencialmente virtuales, con sobrevivientes.
Desde aquí podemos afirmar que el acompañamiento facilita que las víctimas muchas veces puedan resignificar lo traumático de la violencia machista sufrida, a través de un lazo social y redes de apoyo junto a otras mujeres. Vivir un proceso de sanación de forma comunitaria y con acompañamiento tiene una significación distinta a vivirla en soledad o aislamiento. Es mucho más beneficioso para la salud y la recuperación. A la vez, abre una puerta hermosa al empoderamiento que muchas veces las sobrevivientes desconocen y agradecen cuando emprenden este camino.
¿Qué necesita la plataforma para poder realizar dicho acompañamiento de forma segura?
YSTC: La plataforma encuentra muchas barreras políticas y estructurales para acompañar a víctimas y sobrevivientes de violencia machista. Somos una iniciativa independiente y eso es molesto para el sistema que criminaliza nuestro activismo y militancia.
El acoso político y la estigmatización política de nuestro proyecto ha sido otra dificultad. En ocasiones ha asustado a algunas sobrevivientes que, cuando acceden a instituciones oficialistas, se cuidan de mencionarnos para no recibir ninguna charla política ejemplarizante o, sencillamente, para no buscarse problemas.
Ante esta dificultad hemos dejado un mensaje claro: trabajamos sin sesgos ideológicos, asistimos a todas las víctimas y sobrevivientes, independientemente de su ideología, religión, etcétera. Somos feministas y luchamos para que caiga el patriarcado y todos los sistemas de opresión que se alían a él.
Nuestra acción se dificulta al no existir todavía un programa nacional implementado y validado de atención integral a víctimas y sobrevivientes que incluya protocolos reconocidos y que articule otras instancias y sectores de la sociedad civil. A veces existe una desconexión entre las orientaciones legales, psicológicas y sociales que proponemos como colectivo y las que se encuentra la víctima cuando accede al sistema de salud, la policía o a la fiscalía a realizar la denuncia. La desconexión o falta de articulación entre instancias, servicios y redes comunitarias es fatal para una mujer que ha sufrido violencia.
Es algo que hemos aprendido a manejar pero es limitante en muchas ocasiones. Para nosotras sería mucho más fácil saber que existen leyes, políticas, programas, servicios y protocolos gubernamentales y profesionales capacitados para hacer uso de estos, que beneficien y protejan integralmente a las mujeres y personas afectadas por la violencia machista. De ser así, podríamos hacer más sostenible el trabajo y tendría más sentido nuestra meta esencial: ayudar a que las víctimas y sobrevivientes accedan de manera más fácil a la justicia e inicien la recuperación integral que necesita toda persona que ha tropezado en su vida con la experiencia lamentable de la violencia machista.
¿Consideran que se cumple con el principio de no revictimización que pondera la estrategia integral estatal?
YSTC: No podemos dar respuestas absolutas a esta pregunta, pero sí podemos afirmar que en los casos de las mujeres que acompañamos se ha cumplido mínimamente. La mayoría ha sido revictimizada en la policía, la fiscalía, los tribunales, en el hospital o la consulta de psicología que reciben desde su área de salud.
No existe capacitación a los profesionales en primera línea de ayuda para atender a personas afectadas por la violencia. Una capacitación no puede durar una semana y después presumir que se han desarrollado las competencias necesarias para trabajar con una víctima.
La formación para asistir con buenas prácticas debe incentivarse desde el pregrado, en el caso de profesionales de la medicina, la psicología, el derecho, el trabajo social. El resto de operarios y operarias que interactúan con las víctimas y sobrevivientes deben capacitarse con regularidad.
La capacitación y el entrenamiento deben ser sistemáticos. Además, debe evaluarse la competitividad de profesionales que atienden los casos y sancionar o denunciar las malas prácticas.
En el caso de profesiones asociadas a la comunicación (comunicadores, periodistas, etcétera), es aplicable también esta formación intencionada y consciente durante el pregrado y posgrado.
Urge la visión transversalizada de género en muchas profesiones, oficios y ocupaciones y también como parte de la educación a la ciudadanía y el trabajo que se despliega en las comunidades desde los activismos.
Es bueno salirse del campo profesional y pensar que desde los espacios comunitarios y barriales también se inicia el acompañamiento y desde allí se puede revictimizar. Por eso es importante la capacitación pensada como simbiosis entre teoría, experiencia, compromiso y sensibilidad. Hay que hacerla llegar a los barrios, no de forma panfletaria, sino como mensaje contundente y transformador. El trabajo comunitario y barrial es esencial, más en un país como Cuba con indicadores crecientes de pobreza, precariedad y vulnerabilidad social. Justo en estos lugares se encuentran las violencias más invisibilizadas y naturalizadas.
¿Qué cambios se necesitan para brindar las garantías mínimas de no revictimización?
YSTC: Se necesitan mayores protecciones en materia de políticas públicas a víctimas y sobrevivientes y que las políticas se contextualicen de acuerdo a cada territorio del país. Se necesitan protocolos efectivos y que se implementen servicios accesibles para las personas afectadas.
Se necesita seguir educando a la ciudadanía respecto a la violencia machista y su abordaje integral. Se necesitan programas comunitarios especializados en los que profesionales, activistas y personas de la comunidad se comprometan y sensibilicen con las personas afectadas y su recuperación.
Y esencialmente, se necesita un cambio importante en la función que debe tener el Estado para promover respuestas intersectoriales, integrales y multidisciplinarias ante la violencia de género en Cuba. El Estado debe permitir la participación de la sociedad civil y del activismo feminista en esta respuesta integral y permitir, sin estigma político ni criminalización, las iniciativas comunitarias.
¿Qué valor pudieran tener las acciones no punitivas en un contexto como el cubano y en casos en los que la posición social del agresor aumenta la brecha de poder y facilita el acceso a otras víctimas?
YSTC: Las acciones de reparación deben ser integrales y coexistir. La justicia que necesita una víctima o sobreviviente no puede ser solo penal. Entendemos la justicia como un proceso que trasciende a un tribunal o una acción penal concreta, aun cuando la incluya. Es un proceso que se reconstruye incluso en aquellos casos que no encuentran sanciones jurídicas porque la legislación aún no ha llegado a convertir en norma o delito los prejuicios patriarcales invisibilizados.
La justicia feminista aspira a trascender el punitivismo y a contemplar reparaciones en dimensiones espirituales, psicológicas, materiales, morales, económicas.
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