Adrián González ha trabajado cerca de dos años como mensajero en D’ La Abuela. Él realiza las entregas a domicilio de comida criolla que oferta este negocio, tiene un horario laboral fijo, el cual coincide con el del local, y sus rutinas son variables e “inestable” pues dependen de la demanda. “Hay días buenos y días malos; los domingos, de manera general, son muy movidos, el inicio de semana, más suave”, comenta.
Para el joven, su labor no se restringe a la entrega de comida. “Somos la cara del local, casi como los dependientes; por tanto, debemos ser amables, saludar, mostrar un buen semblante”.
En la “paladar” D’ La Abuela el servicio de entrega a domicilio es primordial, ya que en contraste con otros negocios de venta de alimentos, aquí no existen las condiciones para consumir en el local.
“Nada más están creadas las condiciones para eso”, explicó a finales de 2019 el administrador Alberto Pablos Pascual, quien añadió que, en ocasiones, son los propios clientes los que se dirigen hasta allí a recoger el pedido.
Según Alberto, antes de iniciar una actividad como esta se consideró la presencia de clientes potenciales y, al mismo tiempo, se decidió apostar por la comida criolla, sencilla, y “no por eso de menor calidad”.
Al referirse a los repartidores, aclara: “ellos no son personal nuestro, tienen licencia de mensajero y se desempeñan con medios de transporte propios; no obstante, los cajones donde trasladan la comida sí son del negocio”.
Tanto Adrián como el resto de los mensajeros o repartidores reciben sus ingresos en correspondencia con la distancia a la que trasladen los alimentos. Y eso se calcula a partir de tarifas prestablecidas y variadas según el negocio. No poseen ingresos fijos.
Aunque D’ La Abuela y otros negocios de comercialización de alimentos forman parte del Directorio Online de Restaurantes de Cuba A la Mesa y varios reciben a través de esta plataforma encargos de residentes en el exterior que piden se les lleve comida a sus familiares o amigos en la Isla, no existe un mecanismo digital a través del cual hacer pedidos desde Cuba, como sucede con Rappi, Uber Eats, Glovo, Just Eat y otras aplicaciones en el mundo con este objetivo.
Si alguien desea ordenar comida a un restaurante o cafetería con el servicio de entregas a domicilio, por lo general sucede así: marca al teléfono fijo o móvil del negocio, el cual encontró en un directorio como A la Mesa o por responde, referencias de un tercero, alguien de recibe la orden, pide un nombre, una dirección e informa el tiempo de espera, que rara vez excede la media hora.
Cuando los alimentos están listos entra en escena el repartidor. Acomoda la orden en el vehículo (casi siempre una moto), se coloca el casco y otros dispositivos de protección disponibles e inicia el recorrido. Si la entrega ocurre sin contratiempos, el ciclo se repetirá hasta que concluya su turno de trabajo.
Y sí, en la “industria” del delivery en Cuba los hombres son mayoría.
Llegar a más personas a través del envío a domicilio
Durante sus casi cinco años de existencia, Pollo Bell ha buscado “ofrecer a los clientes un servicio de calidad”. Y, bajo esta premisa, decidieron asumir desde hace algunos años el servicio de entrega a domicilio.
“Al principio no teníamos esta alternativa, pero después decidimos probar y hasta ahora nos ha dado resultado. Lo intentamos porque hay personas que se inclinan a no venir hasta aquí, y queríamos llegar también a este segmento”, contó el año pasado Sara, una de las encargadas del lugar, situado en el municipio capitalino Playa al igual que D’ La Abuela.
“La gente notó la puntualidad, la calidad de la entrega, y así fue como empezamos a abrirnos paso”, agregó.
En Pollo Bell trabajan dos mensajeros, quienes también cuentan con la licencia que autoriza a desarrollar este trabajo por cuenta propia, y tienen ingresos variados, en dependencia de la cantidad de entregas que realicen y las distancias que recorran. “Aquí se ofertan a domicilio todos los productos que comercializamos y ni siquiera se incrementan los precios de los mismos”, explica Sara.
Ello significa que el cliente ordena un producto cuyo costo es, por ejemplo, de 10 CUC, y al recibirlo deberá pagar ese importe más la tarifa del mensajero.
Tanto en Pollo Bell como en D’ La Abuela los mensajeros emplean motos propias (la mayoría eléctricas) y en algunos casos con motor de gasolina, pero de muy bajo consumo por kilómetro. Ello facilita que las labores no se afecten o se afecten lo menos posible ante alguna crisis de combustible en el país.
Los mensajeros no reparten solo comida
Marta Deus es la creadora –entre otros– de un exitoso negocio de mensajería. “Mandao surge tres años atrás como Mandao Express, pero las exigencias del consumidor actual nos llevaron a relanzarlo desde septiembre pasado como un producto más innovador. Por eso hoy día somos Mandao, con un nuevo logo, diseño y estrategia”, aclara vía correo electrónico.
“Estamos enfocados en las entregas a domicilio (o donde el cliente necesite) de comidas y mercadería de restaurantes, sin descuidar otras utilidades, ya que somos una empresa de transportación de productos sin importar cual sea, siempre y cuando sirva para ayudar a otro negocio o persona. Nuestro objetivo es intentar resolver una carga extra para el cubano, sobre todo con respecto a la transportación”.
A diferencia de otros casos, Deus tiene muy claro los requisitos para quienes deseen emplearse como mensajeros: mayores de 18 años, con licencia para conducir y licencia de cuentapropista, ansias de trabajar, respetuoso, puntual y responsable. Además, aquí los medios de transporte incluyen desde bicicletas hasta carros.
“Nos aseguramos que quienes trasladan vayan bien equipados y cumplan todas las normas éticas y de seguridad de Mandao. Tenemos un equipo que coordina, pero que también hace entregas. Nos hemos ganado la confianza de los clientes de muchos años y hacemos una selección exhaustiva del personal, que debe realizar varias pruebas antes de ser colaborador.
“Mandao no comercializa los bienes, solo los transporta, y para ello coloca su espíritu en sus mensajeros, quienes, proveídos con cómodas mochilas proporcionan la calidad de los productos, puesto que, en su interior, con compartimentos térmicos, aseguran la entrega de cualquier artículo en óptimas condiciones, lo que también garantiza seguridad a los emisarios. (…) La mercancía (…) incluyen cualquier producto, excepto dinero y servicios postales, lo cuales están limitados por la ley, reseña la revista Negolution.
Javier Muñoz nos cuenta vía WhatsApp que hace cuatro meses trabaja con Mandao, pero que ya poseía experiencia previa como repartidor en “un negocio pequeño de pizzas y hamburguesas”.
“Se trabaja según la cantidad de órdenes. Normalmente estoy disponible dos días desde las 11 am hasta las 11 pm y tengo dos días de descanso”, aclara el joven de 27 años, quien agrega que las entregas las realiza en una moto eléctrica. “Pero lo he hecho en bicicleta, lo que sea para completar la entrega”, aclara.
Javier se siente bien en Mandao. Se considera una persona dinámica, que le gusta estar en movimiento y este trabajo parece ser el ideal para alguien como él se describe; “además de que la paga del servicio está bien”.
Una alternativa aún costosa para muchos
No hay ninguna estadística que refleje cuántas personas en la Isla utilizan el servicio de entregas de comida a domicilio, aunque la opción es cada vez más frecuente, principalmente en La Habana.
Jose comenta que él no puede usar este tipo de servicios, debido a los elevados costos que poseen en comparación con sus ingresos: “tal vez algún día lo haga, porque reconozco que es algo muy cómodo, pero ahora lo considero un gasto de dinero que no estoy en posición de asumir”, cuenta a la entrada de Coppelia.
Karla ha ordenado varias veces pizzas. La pizzería le queda cerca de donde vive y “el costo es mínimo, comparado con la comodidad que representa no tener que salir de la casa y tener la comida segura”.
El servicio de entregas a domicilio en Cuba es aún una posibilidad para pocos.
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comentarios
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Ricardo E. Trelles
¿ Cuánto más harían y cuánto mejor estarían si no fueran esquilmados por el sistema de gobierno que tenemos impuesto y si hubiera relaciones económicas justas normales, donde muchos más pudieran trabajar, producir y ser clientes o facilitadores de la actrividad de los demás ?
Casper