Varias emprendedoras organizaron un bazar colectivo en la sede de la cooperativa Vitria. Foto: Pedro Sosa (elTOQUE Cuba)
Emprendedoras cubanas fortalecen alianzas entre ellas
11 / marzo / 2020
Plantas en miniatura, macetas decoradas, adornos, joyas, ropa, bolsos, aretes… todo hecho de manera artesanal. La sede de la cooperativa Vitria, en la calle Aguiar de La Habana Vieja, se convirtió en días recientes en un bazar, en el cual emprendedoras cubanas se unieron para mostrar sus productos. Irena Martínez, Adriana de la Nuez y Amy Rojas —integrantes de la única cooperativa que trabaja la vidriería en Cuba— abrieron las puertas de su espacio de trabajo cotidiano para que otras creadoras compartieran sus obras.
“Todo empezó por una idea de Arianna Tejeda, del proyecto Lumen, que quiso hacer una especie de grupo de ventas en Whatsapp y Telegram, uniendo varios proyectos de creadores”, cuenta Katy Ocaña, diseñadora gráfica, líder de su propio negocio. Arianna no pudo estar en el bazar, pero todos los entrevistados hablan sobre cómo su empeño unió varios emprendimientos. “La idea surgió porque hay muchos negocios dispersos, pero con intereses afines: crear, dar vida al entorno y cultivar el buen gusto en las personas. Ella creó el grupo en redes sociales para que todos pudieran hacer eso juntos”, explica George Abreu, cofundador de Lumen, emprendimiento enfocado en la confección y restauración de lámparas y otros objetos decorativos, confeccionados con materiales reciclados.
Según explican, la mayoría se había visto al menos una vez en ferias u otras exposiciones, por lo cual no fue difícil contactarse. Laila Chaabán, quien diseña y confecciona ropa “con cero desperdicios de materia prima” en su emprendimiento Capicúa, explica cómo “ya existía una red de conocidos, solo decidimos hacer esa red un poquito más oficial para unirnos y hacer algo juntos”.
Así, fueron a confluir al espacio digital emprendimientos de todo tipo, más nuevos y más antiguos, con diferentes conceptos, especializaciones e historias y, como comenta Katy Ocaña, de la interacción por redes sociales surgió todo un abanico de ideas que amplió sus horizontes de colaboración, haciéndoles llevar su reciente unión a un espacio físico. Esos deseos desembocaron en un primer bazar cooperativo por el 14 de febrero.
“Desde hace muchos años tengo la idea de hacer un centro comercial en Cuba donde haya calidad de diseño —dice Rosana Vargas, creadora de la marca de orfebrería Rox 950—. Por eso, cuando me hablaron de unirme al grupo en redes sociales, estuve totalmente de acuerdo, y más cuando decidimos hacer un primer bazar todas juntas”. Ese evento inicial se llevó a cabo en la sede de su negocio, en la calle Línea del Vedado; el segundo espacio de intercambio fue el realizado en Vitria, con motivo del Día Internacional de la Mujer.
“Como beneficio, estas colaboraciones nos ayudan, primero, a empaparnos de la experiencia de diseñadores de gran factura que, además, llevan mucho tiempo en esto —opina Adis Castellano, una de las fundadoras de Habana Review, proyecto de artistas visuales con poco más de un año de existencia, que trata de crear y personalizar prendas con estilo retro—. Además, nos ayuda a madurar un poco nuestra visualidad, nuestra forma de presentación y diseño. La opinión de personas que llevan más tiempo siempre es importante y vincularse con ellas nos hace crecer”.
Sobre el hecho de poder trabajar junto a tantas mujeres emprendedoras, Adis comenta: “ya era hora de que las mujeres tomaran las riendas, sobre todo en cosas creativas. La mujer ha sido relegada durante tanto tiempo a cosas que realmente no han determinado mucho en la sociedad, que, ahora que estamos en posición de dejar nuestra huella, nuestra imprenta, dentro del sector creativo, me parece que es fundamental hacerlo”.
A los bazares que ha organizado este grupo también se han sumado proyectos como Zulú, creado en 1992 y sostenido desde entonces por una madre y sus dos hijas, quienes se especializan en crear objetos de piel con la técnica del parche; Kjas, de Lourdes Hernández, arquitecta de profesión, cuyo padre era carpintero y al fallecer le dejó como herencia una carpintería llena de retacitos de madera, con lo cual ella aprendió a elaborar los productos que hoy comercializa y le dan nombre a su negocio; Textura, de Lisset Hernández, con la idea de utilizar fibras naturales como la soga yute, el hilo y el algodón para la confección de adornos, bolsas y otros tipos de artículos; La esquinita de Mimi y Hebe, de las creadoras Claudia Colomé y Yenei Aldao, respectivamente, dedicados a la creación de macetas y otros objetos ornamentales con granito; y Jabuco, el cual, como explica su fundadora Marina Pérez Peña, “está fundamentado sobre la elaboración de bolsos y envases personalizados, con materiales como lienzo, papel y cartulina”.
Aunque aseguran que contactaron a creadores hombres para el segundo bazar, las que respondieron fueron mujeres, por lo que el hecho de ser tantas esta vez es casual y no una condición impuesta por ellas. La diseñadora de gráficas y carteles, Elssie Martín, creadora de Lahens, al estar rodeada de tantas otras emprendedoras, solo levanta el brazo y expresa: “¡feminismo arriba!”.
Sobre el futuro de esta alianza entre emprendedoras, algunas son más reservadas y solo señalan que habrá sorpresas, que seguirán trabajando juntas; otras apuntan a algo más concreto y hablan de un espacio compartido fijo. “La idea es esa, no unirnos en un tiempo corto, en un bazar, sino en algo definitivo, y el camino ya lo tenemos bastante definido”, afirma Rosana Vargas. Lourdes Hernández va incluso más allá y se atreve a augurar: “va a ser un bombazo”.
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