La imagen popular del turismo a Cuba es de extranjeros que llegan por vía aérea o marítima para hospedarse en hoteles o casas particulares, o como pasajeros a bordo de cruceros. Los viajes de cubanos residentes en el exterior no son vistos como turismo, aunque en muchos casos lo sean, total o parcialmente.
Migración y turismo son los dos componentes esenciales del sistema de movilidad. Las migraciones son transferencias del lugar de residencia de origen hacia otro lugar de vida, para una instalación relativamente duradera. El turista internacional atraviesa las fronteras, como el migrante internacional, pero la intención no es la misma: el turista deja temporalmente su domicilio principal para ir a vivir en otra parte por un tiempo relativamente breve. Los migrantes pueden convertirse en turistas cuando vuelven temporalmente a sus países de origen.[1]
Los motivos de viaje a Cuba de estos emigrantes, particularmente, son variados y en ocasiones múltiples: prima la visita a familiares y amigos en la Isla, pero también el turismo de nostalgia, de conocer sus raíces, de disfrutar de hoteles de sol y playa, muchas veces en compañía de sus parientes del “patio”. En otros casos las visitas están asociadas a procesos de reasentamiento, compra de propiedades o inversiones en la Isla, y a comercio de mercancías importadas desde el país de residencia y exportadas hacia este. En todos estos casos tienen un impacto en la economía local igual o mayor que los turistas extranjeros.
El acumulado del año 2019 de Emigrados fue de 624 mil –el 88,6 por ciento provenientes de EE.UU.– un aumento de 3,9 por ciento con respecto al en 2018. Mientras, los arribos de estadounidenses no cubanos cayeron 22 por ciento en 2019 y Canadá creció apenas el uno por ciento, comparados a 2018.[2]
Para el gobierno de Trump resultó igualmente evidente que los visitantes de origen cubano han resistido las medidas de restricción de viajes adoptadas desde 2017 y apuntalaron el turismo a la Isla en 2019. No es de sorprender que ese fuera el blanco de la medida tomada finales de 2019 cuando puso fin a los vuelos regulares de EE.UU. a los aeropuertos del interior de la Isla, con excepción de La Habana, efectivo el 10 de diciembre. Los más afectados han sido los cubanos residentes en EE.UU., que hasta el momento constituían el 73 por ciento de los pasajeros en esos vuelos.
Como era de esperar, el 10 de enero de 2020 el Secretario de Estado, Mike Pompeo, anunció que el gobierno de ese país suspenderá también los vuelos chárter desde EE.UU. a todos los destinos en Cuba con excepción del Aeropuerto International «José Martí» de La Habana y se le impondrá un tope al número de vuelos permitidos a este destino. Esto afecta a nueve aeropuertos cubanos actualmente recibiendo vuelos chárter y entrará en vigor el 10 de marzo próximo.
La medida suscitó una inmediata condena de las organizaciones que favorecen el entendimiento con Cuba. El Centro para la Democracia en las Américas (CDA), junto a Engage Cuba, the Cuba Study Group, Oxfam, Washigton Office on Latin America (WOLA), y Latin American Working Group, condenaron la acción. Emily Mendrala de CDA declaró que “Las acciones que hoy tomó el Departamento de Estado obliga a las familias cubanas a viajar más lejos, pagar más y utilizar rutas más tortuosas para ver a sus seres queridos, mientras que nos pone a un paso más cerca de cerrar las puertas a Cuba totalmente. Estas políticas insensatas y crueles difícilmente cambiarán el comportamiento del gobierno cubano o impondrán un nuevo enfoque hacia Venezuela. Si algo logran es provocar el resentimiento del pueblo cubano. Pero las políticas tendrán un desafortunado impacto práctico. Las compañías chárter que pierde dinero son empresas estadounidenses. Los pasajeros son principalmente familias cubanas, grupos religiosos y académicos de EE.UU. Las comunidades cubanas conectadas a viajeros de EE.UU. a través de estos vuelos están más distantes y son más pobres que las de La Habana. Ellas son las perdedoras del anuncio de hoy. La estrategia de sanciones y aislamiento no funcionó hace 60 años, y es improbable que funcione hoy.”[3]
Al momento de estas medidas, cinco aerolíneas de EE.UU. mantenían vuelos regulares a La Habana –son American, Delta, Southwest, United y JetBlue Airlines – desde Miami, Ft Lauderdale, Orlando y Nueva York. Además, otras ocho compañías chárter operaban más de 70 vuelos semanales a Cuba: Marazul Charters, Wilson International Charters, Xael Charters, ABC Charters, Airline Brokers, C&T Charters, Gulfstream Charters y Cuba Travel Services. Entre todas vuelan desde Atlanta, Miami, Fort Lauderdale, Tampa, Los Ángeles y New York, a La Habana y demás aeropuertos de Cuba.
La medida contra los vuelos regulares a aeropuertos fuera de La Habana puede haber tenido algún impacto. En el mes de diciembre de 2019, arribaron 12,5 por ciento menos pasajeros por vía aérea desde EE.UU. comparado al mismo mes en 2018, aunque la caída fue menor –8 por ciento– para los cubano-americanos. En todo caso no se puede atribuir esta disminución necesariamente a la suspensión de vuelos a provincias, ya que las aerolíneas y chárters subieron significativamente los precios, sobre todo alrededor de los días feriados, motivado por la alta demanda. El impacto de la suspensión de todos los vuelos de EE.UU. a destinos fuera de la capital está por ver.
Un índice aún más importante para medir el impacto del turismo que el número de arribos es el de turistas-día, el número de turistas por el número de días de estancia. En 2018, los cubanos residentes en el exterior promediaron 11,2 días de estancia media para un total de 6,723,460 turistas días. El promedio de días de estancia para los estadounidenses no cubanos fue 7,7 y para todos los visitantes internacionales 9 días.[4]
Los turistas alojados en casas particulares promedian 2 y 3 veces el número de días de estancia que aquellos en hoteles, por lo que su impacto en la economía es mucho mayor. Aunque muchos asumen que los cubanos residentes en el exterior se hospedan en casas de familiares y no pagan alquiler, no sabemos con exactitud cuántos lo hacen arrendando en casas particulares o en hoteles. En tanto los emigrados cubanos permanecen más días en el país que el promedio de los turistas extranjeros y tienden a hospedarse en casas particulares, aun si no pagaran alquiler, la contribución en especie y en efectivo a los familiares en Cuba, más sus propios gastos durante su estancia, constituye una importante contribución a las economías locales, tanto del sector estatal como del particular.
Las visitas de emigrados también influyen en la ocupación de hoteles por el turismo nacional, puesto que es frecuente que cuando los cubanos residentes en el exterior invitan a sus familiares a ir juntos a un hotel, la reserva la haga el nacional y así se registra estadísticamente como turismo nacional.
El auge del turismo nacional en el verano de 2019, atribuido al aumento salarial en el sector presupuestado y al incremento de la oferta turística dirigida a ese mercado, puede tener un componente de turismo internacional en la medida que una parte de los 469 mil cubanos residentes en el exterior que viajaron a Cuba en los primeros nueve meses del año hayan financiado esas estancias. De hecho, entre enero y septiembre de 2018 y en el mismo período de 2019 hubo un incremento de 18,4 por ciento en turistas-días nacionales hospedados en hoteles en CUC, con una estancia media de 2,2 días por turista, lo que sugiere que se hospedaron muchos fines de semana.[5]
El consumo de ciertos servicios turísticos extra-hoteleros como el alquiler de autos puede ser también mayor para los emigrados visitantes.
En resumen, el impacto económico de los viajes de los cubanos residentes en el exterior a Cuba es significativo, aunque difícil de cuantificar por las carencias de datos. Su resiliencia frente a las medidas restrictivas del gobierno de Donald Trump, con un crecimiento sostenido de las cifras de arribos aun en 2019 cuando la tendencia general fue declinante, dan fe de la fortaleza de los lazos familiares y culturales entre la nación y su emigración.
Notas:
[1] Perelló, José Luis (2008). Efecto de las migraciones internacionales sobre los flujos turísticos para Cuba y el Caribe. Tesis presentada en opción al grado científico de Doctor en Ciencias Económicas, Universidad de La Habana.
[2] ONEI, Anuario estadístico de Cuba, 2015, Edición 2016; 2018, Edición 2019. MINTUR, Boletín Informativo, 31 de diciembre 2019.
[3] Center for Democracy in the Americas [email protected] January 10, 2020.
[4] José Luis Perelló (2019), “El Turismo en Cuba ante el deterioro económico global. Nuevos retos, nuevas estrategias.” Excelencias, noviembre 2019.
[5] José Luis Perelló (2019). Idem.
Este texto fue publicado originalmente en OnCubaNews y su autor es Rafael Betancourt. Se republica íntegramente en elTOQUE con la intención de ofrecer contenidos e ideas variadas y desde diferentes perspectivas a nuestras audiencias. Lo que aquí se reproduce no es necesariamente la postura editorial de nuestro medio.
comentarios
En este sitio moderamos los comentarios. Si quiere conocer más detalles, lea nuestra Política de Privacidad.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *