Autor
Amarilis Magaña Stable
Enamorada del mar y privilegiada de poder llevarlo en mi nombre. La Habana me abrió un día sus puertas y estoy desde entonces intentando captar su esencia y la de su gente a través del lente de la cámara.
De Seibabo, un pueblo villaclareño detenido en el tiempo, entre madrugadas de pescas y paseos a caballo.
La Habana sigue en fase 1, estamos de vuelta a una nueva normalidad de caras cubiertas y frascos con desinfectante por doquier. Una ciudad que quedó silenciada con el aislamiento físico, ahora amanece, y las personas se ponen en movimiento.
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Amarilis Magaña Stable
Enamorada del mar y privilegiada de poder llevarlo en mi nombre. La Habana me abrió un día sus puertas y estoy desde entonces intentando captar su esencia y la de su gente a través del lente de la cámara.
De Seibabo, un pueblo villaclareño detenido en el tiempo, entre madrugadas de pescas y paseos a caballo.
La Habana sigue en fase 1, estamos de vuelta a una nueva normalidad de caras cubiertas y frascos con desinfectante por doquier. Una ciudad que quedó silenciada con el aislamiento físico, ahora amanece, y las personas se ponen en movimiento.