Quienes me conocen, saben que en La Habana tengo dos cachos de mi corazón. Mi familia y yo también somos víctimas de la parálisis consular de Estados Unidos en Cuba, que deja como consecuencia humana más directa la cancelación abrupta de los procesos de visa.
El dolor de la Nación le es ajeno a intereses mezquinos de uno y otro lado del Estrecho de la Florida. Si bien las medidas vienen a ser, supuestamente, un castigo al gobierno cubano; como con casi todos los castigos impuestos, el pueblo cubano, donde quiera que esté, es el más afectado.
Posiblemente no sepamos nunca lo que originó “La Guerra de los Decibeles”, y mucho menos cuánto durará. Sin embargo, hay algo bastante probable, no se restaurarán los servicios consulares y el proceso de emisión de visas hasta el nuevo año 2018.
Lo digo pensando en la cercanía de fechas importantes en el calendario estival norteamericano, como la celebración del Día de Acción de Gracias y las Navidades. Para esas fechas la maquinaria burocrática trabaja con lenta velocidad. Además, tomar una decisión tan radical, como reducir al personal de la embajada en un número considerable, no es algo que se tome a la ligera ni solo por un par de semanas.
Es muy costoso movilizar a tantos diplomáticos y quienes primero parecen estar conscientes de lo mucho que puede demorar las medidas son los propios representantes destacados en La Habana, quienes, cuenta la agencia Associated Press, están vendiendo “frenéticamente” hasta los juguetes de sus niños en la capital cubana y se han lanzado a buscar empleo de regreso en Estados Unidos. Eso, si no es sensacionalismo del medio norteño, es un síntoma muy grave.
No obstante, aunque parezca imposible, podría haber sido peor.
El Secretario de Estado, Rex Tillerson, habría barajado varias opciones de represalias por estos misteriosos “ataques acústicos”, incluyendo cerrar la Embajada completamente. Si esta opción (nuclear) era la preferida, la reunión que con él sostuvo el canciller cubano Bruno Rodríguez sirvió al menos para lograr un cierre parcial. Tal vez podría decirse que el cierre total de la Embajada hubiese sido un golpe demasiado serio para las recién restauradas relaciones, máxime cuando no marchan a toda la velocidad que desea la mayoría de ciudadanos de ambos países.
De lo contrario, si la opción desde un principio fue reducir el personal, entonces los esfuerzos de la diplomacia criolla fueron en vano.
Las autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores caribeño han llamado a no politizar el incidente y no tomar decisiones apresuradas o sin sustento de evidencias. Su contraparte estadounidense no les ha escuchado. No, obstante, reitero, cerrar la embajada o retirar indefinidamente al Jefe de Misión u otro personal esencial para su funcionamiento, o solicitar el retiro de personal diplomático cubano en Washington, pudiese haber sido peor. En momentos que se necesita diálogo continuo y ágil, la importancia de una representación diplomática está demostrada.
Lamentablemente, los intercambios culturales, científicos, académicos y familiares serán los más afectados. Quienes esperábamos recibir un profesor desde La Habana para una conferencia, o a nuestros familiares para esperar juntos el año nuevo, pendientes de obtener visa, tendremos que buscar nuevas alternativas o resignarnos y esperar las próximas navidades.
Me parece que muy pocos hemos tomado consciencia de esa situación.
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Lucia
LIBORIO
QUIEN TU TE CRES QUE SOY YO EL BOBO DE LA YUCA?
Los ataques sónicos empezaron con Fidel Castro
Jorge Hernández Fonseca, Miami | 06/10/2017
a muerte de Fidel Castro no trae libertad para el pueblo cubano. (EFE)
Fidel Castro era la única persona que podía dar ordenes sin consultar a su hermano menor, Raúl. (EFE)
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Ataques acústicos, ataques sónicos, Cuba, EE UU, Fidel Castro
Sigue el misterio alrededor de los llamados “ataques sónicos” perpetrados en Cuba contra diplomáticos norteamericanos y canadienses, causantes de una crisis diplomática importante entre el Gobierno norteamericano y la dictadura cubana de Raúl Castro. Ahora Cuba sugiere que dichos ataques pertenecen a la “ciencia ficción”, aunque no los niegan categóricamente.
El análisis lo haré sobre la base de la siguiente pista: ¿quién se beneficiaría de la crisis que estos ataques provocarían? Con esta premisa deducimos que hay dos sectores que tomarían ventaja de la crisis en desarrollo: por un lado, el sector más anticomunista del exilio anticastrista en Estados Unidos, y por otro el sector más conservador dentro de los comunistas cubanos.
Hay terceros países probablemente envueltos en la trama, como China o Rusia; pero concentremos el análisis en los sectores más cercanos al “problema cubano” sin descartar otra posibilidad, aunque la lógica indica que el interés por estos ataques debe provenir de los actores internacionales.
La Cuba oficial sugiere que la CIA podría ser la causante de los ataques, pero ¿qué intereses tendría ese organismo por encima de los intereses de su país? Pudiera ser, pero parece poco probable. El exilio cubano pudiera ser el causante, pero, ¿tiene el exilio poder suficiente como para, desde el exterior, ejecutar semejante operación? Es improbable.
Los sectores comunistas dentro de Cuba interesados en descarrilar las relaciones con EE UU parecen ser los más indicados para organizar una operación de este tipo
Los sectores comunistas dentro de Cuba interesados en descarrilar las relaciones con EE UU parecen ser los más indicados para organizar una operación de este tipo, incluso porque cuentan con todos los medios y están actuando en su país. Como estos ataques comenzaron durante la administración Obama —y cuando aún Fidel Castro vivía— parece muy probable que haya sido el que orientó los ataques por las razones siguientes: nadie, fuera del fallecido dictador, pudiera haber dado esa orden sin consultar con Raúl Castro, o incluso, consultándolo. Nadie, aparte del dictador retirado, estuvo personalmente más interesado en frustrar el acercamiento con EE UU, como lo hizo constar por escrito y fue público y notorio.
Así las cosas, la dictadura de Raúl Castro no tiene ahora como salir del problema. Falla si dice la verdad y falla —como lo está haciendo ahora— si no la dice. No hay otra hipótesis con más fuerza que explique semejante misterio. Es sabido de la ascendencia del fallecido dictador comandando un cuerpo especial de seguridad que le era fiel y muy probablemente fueron ellos, bajo sus órdenes, quienes ejecutaron los ataques, para provocar la situación de alejamiento entre ambos países, contradiciendo a su hermano.
Nadie más que Fidel Castro –ni la CIA, ni el exilio cubano, ni Rusia o China– puede estar más satisfecho, disfrutando desde su tumba del actual alejamiento entre Cuba y EE UU.
Jesse Diaz