Los Leñadores tuneros no eran mis favoritos para la final de la 63 Serie Nacional de Béisbol, aunque eran los campeones defensores del título.
Los Vegueros de Pinar del Río me parecían un equipo más completo y su recorrido en la clasificatoria era credencial suficiente para confiar en ellos.
Me equivoqué yo y otra decena de especialistas que apostaron por los Pativerdes, la novena más estable y aplastante de la actual Serie Nacional —que terminó en apenas cinco choques en la final, con los orientales gozando de lo lindo en el «Julio Antonio Mella» de la capital tunera—.
Pinar del Río bateó para 329 a lo largo de la campaña regular, según estadísticas de la web del béisbol cubano, con un promedio de pitcheo bastante digno, si se tiene en cuenta la calidad del campeonato nacional (4.33).
Para más, contaban con William Saavedra, líder de bateo de la serie, con average ofensivo de 411.
En total, los pinareños llegaban a las instancias finales con la friolera de 89 vuelacercas. En casi todos los sentidos, por encima de sus rivales en el playoff de la campaña.
Los tuneros acumularon un promedio ofensivo más disminuido que el de los Vegueros, apenas en 323. Una diferencia no significativa.
Pero en los batazos de largo alcance, los pinareños también eran superiores, pues los «Leñadores» llegaban con 63 jonrones.
Sus abridores, además, acumulaban un promedio de pitcheo de 5.40. En un análisis rápido de los fríos numeritos, todo indicaba que Pinar poseía una leve ventaja ante los Leñadores; además del peso de ser uno de «los cuatro grandes, los cuatro históricos» —aunque están muy lejos de la gloria de antaño—.
No obstante, en el plano subjetivo, los tuneros llegaron a la postemporada a punto de su mejor forma física, tanto en el plano ofensivo, como desde el box.
Después de pasar trabajo con los Tigres avileños, liquidaron a los Alazanes de Granma con relativa facilidad, lo cual los puso a tono para la final.
«Lo imaginaron desde un primer momento y ese fue el objetivo cuando se comenzó a entrenar. También, el liderazgo imperante dentro de la plantilla se va contagiando y pasa de uno en uno. Nosotros siempre dijimos que un día podría resaltar cualquiera, y al otro, uno diferente. Cuando se tiene atletas de esa calidad, siempre hay uno que da la cara», dijo el director técnico tunero Abeysi Pantoja al Periódico 26.
El mentor tunero tampoco, como yo, pensó que la final ante Pinar del Río sería simple, pero los dos triunfos en el «Capitán San Luis» de la capital vueltabajera le dejó la posibilidad de liquidar el título frente a los suyos por primera vez.
«Siempre pensamos que el playoff iba a ser difícil y más con Pinar del Río, que viene de tener un buen año, con un plantel joven, pero talentoso. Los brazos jóvenes nos hicieron una buena tarea. Una vez que lográramos que el abridor nos caminara, teníamos un bullpen acostumbrado a estos momentos y sabíamos que podíamos contar con ellos. Lo demás dependía de la ofensiva, nuestra arma fundamental», añadió.
Pantoja pensó que no volverían a Pinar tras la ventaja de dos cero.
«Debimos esperar hasta el último juego en el “Mella”, aunque lo importante es que conservamos el título (…). Se volcó el pueblo en pleno a apoyarnos y creo que se hizo una “fiebre leñadora” de la cual todos disfrutamos», aseguró.
Así, como quien se desprende del miedo a lo desconocido, los Alarcones, los Baldoquín y Civil removieron el gajo y cayeron los batazos y salvamentos, tanto que solo tuvieron un susto, cuando perdieron por lechada el cuarto juego de la final. Pero los Leñadores fueron más, mucho más.
Lo más admirable fue el picheo, porque lo de «Leñadores» no les viene de casualidad, a la ofensiva son casi indetenibles. Pero desde el box siempre dejaban dudas.
Esta vez, contra Pinar, los lanzadores orientales trabajaron para una efectividad de 1.76 y le batearon para apenas 250.
Si a una ofensiva como la tunera, le sumábamos esa efectividad de los pícheres, no había algo que hacer. Los pinareños lo supieron a las malas.
Los tuneros consiguieron así su tercer título nacional en apenas cinco años.
No sé ustedes, pero a mí me llama muchísimo la atención que los campeonatos los han conseguido ante novenas históricas. Enterraron a Villa Clara en 2019 con bastante facilidad, a Industriales los barrieron en 2023 y ahora a Pinar los liquidaron en cinco juegos.
Con ese currículum cualquiera pudiera catalogarlos «el nuevo coco» de la pelota cubana.
ELTOQUE ES UN ESPACIO DE CREACIÓN ABIERTO A DIFERENTES PUNTOS DE VISTA. ESTE MATERIAL RESPONDE A LA OPINIÓN DE SU AUTOR, LA CUAL NO NECESARIAMENTE REFLEJA LA POSTURA EDITORIAL DEL MEDIO.
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Mario Juan Vázquez Hidalgo
Yoan Díaz